Toda esa situación le estaba carcomiendo el corazón. Sabía que Jamil no tenía culpa de nada pero lo mejor era mantenerlo alejado, al menos hasta que todo quedara en el olvido, pero a pesar de ser conciente de todo eso no podia evitar derramar lagrimas de tristeza. Solo podía sentarse cerca del balcón de su habitación y ver el vacio, tratando de pensar en como lidiar con esa situación.
Se quedó con ese pedido silencioso de su abrazo, de todas maneras él también deseaba quedarse con él.
—Sé cómo eres cuando haces una promesa o cuando estás determinado a hacer algo. Te conozco suficiente, así que entiendo por qué haces esto, no necesitas explicarte. —Él mismo había utilizado la seriedad de la palabra de Kalim para su propio beneficio alguna vez, como la víbora que era. No podía culpar a Kalim por no confiar en su palabra.
—Pero soy igual de determinado que tú y lo sabes. Si te digo que me quedaré a tu lado y te protegeré es porque lo haré a toda costa... ¿Tú entiendes eso?
A todo riesgo, tomó el mentón de Kalim y se inclinó hacia él para dejar un beso en sus labios, suave y simple, que sellara lo que había dicho. Fue un beso simple que no se prolongó y, al separarse, lo observó a los ojos, como buscando asegurar sus palabras.
