Toda esa situación le estaba carcomiendo el corazón. Sabía que Jamil no tenía culpa de nada pero lo mejor era mantenerlo alejado, al menos hasta que todo quedara en el olvido, pero a pesar de ser conciente de todo eso no podia evitar derramar lagrimas de tristeza. Solo podía sentarse cerca del balcón de su habitación y ver el vacio, tratando de pensar en como lidiar con esa situación.
Por eso siempre pasaba de mal humor, ¡todo encajaba! Había sido demasiado tonto para pensar lo contrario. Siempre fue un estorbo para Jamil, un obstaculo y él no merecía eso. Le hubiera gustado decirlo pero su voz ya no le respondía, la fuerza le abandonaba, no podía más consigo mismo, no podía actuar como deseaba. Sus sentimientos jamás llegaron a él, todo siempre fue... puro compromiso. Sus preciados recuerdos de la infancia mancillados por un simple deber. No lo soportaba más, las lagrimas continuaban fluyendo en un rostro que ahora se sumía en la peor de las oscuridades.
