Trataba de controlar su llanto, pero le era difícil en ese estado. Lo odiaba, pero no podía hacer nada. Pasó la manga de su ropa por sus ojos, aunque las lágrimas siguieron saliendo poco a poco mientras lo escuchaba.

—Yo también he cambiado, Kalim. —Dijo con la voz quebrada y el labio inferior temblando—. Quise que vieras que iría contra las reglas por estar contigo. —Sorbió por la nariz—. Demostré lo que sé en clases, aunque me dijeron que no, pero no volviste. Y... —Volvió a sentir el llanto volver—. ¡Ahora... comes a escondidas... y cocinas curry sin mí! —Volvió a llorar, sabiendo que no había logrado explicar nada de lo que sentía—. Yo te iba a proteger, Kaliiim.