— ¡Así es! ¡El tío Sōt-...! — Alcanzó a agarrarse de las orillas del carrito, volteando a ver a su padre con ira contenida. {?} Un suspiro alivió el susto, por lo que regresó a la explicación.

— El tío Sōta me permitió hacer unas humildes compras la primera vez que vine aquí. Es más sencillo que cazar monstruos a cambio de dinero. — Asintió rápidamente. Había planeado llevar una porción exagerada de comida de astronauta a la época antigua porque entre Inuyasha y ella la devoraban sin piedad.

— ¿¡Hah?! ¿Otro? Bien, iré por él — Saltó del carrito, presumiendo sus habilidades de acróbata frente a los demás comensales. Si por algo se me caracterizaba era ser la persona menos discreta del mundo cuando se trataba de su naturaleza. {?}

— ¿Dices que con esta cosa podemos llevar toda la comida de astronauta que queramos? —frenó en seco el carrito y aunque su hija casi azotó por el golpe, el peliplateado ahora sólo fijaba su atención en la tarjeta que acababa de sacar de su bolsillo lateral, moviendo ambas orejas mientras la olisqueaba. Por alguna razón olía idéntico a Sota—. Sigo sin entender cómo algo tan pequeño podría darnos tanto —en fin, elevó los hombros y se la volvió a guardar—. Mejor será ir por otro de estos —señaló el carrito. [?]