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User1576008 · 26-30, M
No había un dolor más grande o desgarrador que saber que su hija había crecido sin sus padres. Desde el momento en que fue concebida, el semi-demonio sólo supo que no había algo más importante en su vida, que quería darle una infancia llena de amor y atención, como la que él no había tenido.
De su boca salió un prolongado suspiro que denotaba su pena, aunque una sonrisa casi inmediata logró disimularla.
— Es mi sangre en ti —se inclinó hacia ella, hasta llegar a su misma altura—. Es mi espíritu —hablaba con una calma, con una madurez y sabiduría que no eran para nada propias de él. Pero qué podía hacer—. Y lo mismo tienes de mamá. Ahora no lo comprendes, pero dejarte al cuidado de alguien más ha sido el sacrificio más grande —y doloroso— que he hecho en mi vida.
De su boca salió un prolongado suspiro que denotaba su pena, aunque una sonrisa casi inmediata logró disimularla.
— Es mi sangre en ti —se inclinó hacia ella, hasta llegar a su misma altura—. Es mi espíritu —hablaba con una calma, con una madurez y sabiduría que no eran para nada propias de él. Pero qué podía hacer—. Y lo mismo tienes de mamá. Ahora no lo comprendes, pero dejarte al cuidado de alguien más ha sido el sacrificio más grande —y doloroso— que he hecho en mi vida.
moroha · F
— Me dejaron al cuidado de alguien más, ¿cómo puedo parecerme a ustedes si recién convivimos? — Soltó sin miramientos. Moroha no era muy delicada a la hora de tocar temas de fibra sensible, muchos la catalogaban como brusca, incluso. — Eso no es algo que pueda saberlo yo tampoco... pero supongo que lo haces bien. —
User1576008 · 26-30, M
Ciertamente la seguía escudriñando con sus ojos color miel, tan indiscreto y casi invasivo. Además le gusta la mezcla de olores que la menor emanaba. Escuchar ese "me parezco a ti" infló su pecho de orgullo, y se reincorporó cuando creyó conveniente terminar la inspección. Colocó una palma sobre la cabecita de la azabache, despeinándola con ternura, aunque tal gesto pudiera molestarla, como de costumbre.
— ¿Qué es lo que no comprendes? —quiso saber. Ahora él encontraba su naturaleza reflejada en ella, y no sólo en lo físico; parte de su espíritu vivía en ella—. Eres mi hija —añadió luego de verla rascar su oreja tal y como él lo hacía. La sangre era fascinante—. No si soy bueno en esto, pero quiero que vivas bien.
— ¿Qué es lo que no comprendes? —quiso saber. Ahora él encontraba su naturaleza reflejada en ella, y no sólo en lo físico; parte de su espíritu vivía en ella—. Eres mi hija —añadió luego de verla rascar su oreja tal y como él lo hacía. La sangre era fascinante—. No si soy bueno en esto, pero quiero que vivas bien.
moroha · F
— Lo mismo dijo la abuela Higurashi. — Recordó la convicción de su abuela en los primeros minutos que Moroha visitó la época Reiwa. Se cruzó de brazos y ladeó el rostro, extrañada por la manera tan detallada que Inuyasha la observaba. — Pero no dejo de escuchar que me parezco más a ti. Sigo sin comprenderlo. — Con la mano se rascó tras la oreja; un ademán canino.
User1576008 · 26-30, M
Asiente, observándola detenidamente. Al verla él parecía tan fascinado como confundido; Moroha le hacía creer que Kagome y él eran parecidos. La piel se le erizó un poco pero terminó sonriendo, porque eso la hacía perfecta.
— Y por tus ojos. Son como los de mamá.
— Y por tus ojos. Son como los de mamá.
moroha · F
— ¿Por mis colmillos? —
User1576008 · 26-30, M
— Esta es mi imagen favorita.
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