— ¿Por qué todos dicen eso? Están equivocados. La gran Beniyasha no se compara a nadie — Se rasca tras la oreja con cierto ademán canino.

Sonrió con amplitud y ahora observó a la menor — Definitivamente eres igual que tú padre—

— Oye, sigo aquí. ¿De qué días hablas? Eres muy extraño — Primer humano en asustar a Moroha. {?}

Seguía con la mirada puesta en el cielo, eso le dió un aire refrescante en dónde recordó esos días de antaño en dónde compartía con InuYasha.

— Qué días ~ —

Le dio un tic en la ceja, justo como a Inuyasha — Solo fueron un par de palabras. Aún no sé quién eres. — Pero ya lo tachó de “raro”. {?}

— Oh, así que me conocen... No es de extrañarse. Una figura religiosa como yo tan importante no merece ser olvidada—

Elevó la vista al cielo.

Entrecerró los ojos, suspicaz. — Debes ser ese monje extraño del que Setsuna chan habló... — {?}

— Solo soy un monje viajero dotado de sabiduría— (?)

— ¿Ah? ¿Y tú quién eres? {?} —

— De tal palo, tal astilla —