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<<Ascenso.>>
 
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—¿Por qué piensas que voy a seguirte?

Se volteó, solo para recargar sus brazos en la baranda y mirar a la caída. Sí saltaba.... Tal vez podría llegar a ese lugar que tanto quería. Sí tan sólo tuviera el valor, él podría ascender en su caída.

—Sí quieres irte, y empezar de nuevo, significa que no me quieres ahí —Toma una pausa y sacó de su bolsillo un par de identificaciones falsas—, ¿Así que cual "yo" esperas conocer cuando llegues a tu destino?

Carcajeó. Y esta vez sacó un pañuelo y no dudaba en pasarlo por su rostro. Revelando la prominente cicatriz en su mejilla que ocultaba siempre bajo el maquillaje.
Ojeras por trasnochar, mejilla con una gran raya en forma de perversa sonrisa que conectaba su comisura de los labios hasta la oreja.

—Quizá ocupe un cambio de faz también.~
—Pero yo no quiero estar con nadie más. —'"Que contigo", pensó, pero no lo expresó en voz alta.

Miraba aún hacia abajo, a la caída, con la adrenalina aún estimulada con las pastillas que se había tomado antes con un tanto de vodka; nuevamente subió al barandal, para tomar asiento sobre éste.

—Lo asumo. Por eso mejor prefiero irme de este lugar y no recordar nada más. Volver a comenzar. —Le miró de reojo. —¿O es que vas a seguirme hasta allá abajo también? —No le molestaba la idea de que él la observara de lejos. —O quizá tienes algo más que hacer.
—Sé muchas cosas —Admitió con una sonrisa de zorro—, así que mentir no servirá de nada. Tratar de sacar un clavo con otro no sirve, Angela.

Se soltó finalmente del abrazo, la baranda lo llamaba y no dudó en recargar los codos y espalda en ella. Mirándola de soslayo y con una sonrisa a medias.

—Yo hice lo mismo para superarte muchas veces. Bleh, es una mierda. Todas seguían siendo rubias, exactamente como tú. Y era lo único que me gustaba de ellas.

Recargó más el cuerpo, parecía que se caería sí no se apoyaba fuerte con los pies. El cielo, miraba ese lienzo infinito.

—Ahora debes aceptar tus consecuencias. Y mira que te lo digo yo. Pudiste haber estado con alguien que sí considerabas adecuado, pero bueno, precipitaste muchas cosas.
—¿Cómo sabes...? No. No, nada de eso. —Se mantuvo aferrada a él un poco más, sin que lo comprendiera, las manos empuñadas todavía en su camisa sobre su espalda baja. —No sucedió nada. Ni siquiera soy tan valiosa para alguien que tiene una mala vida.

Se vio muy cansada en ese momento, tanto que parecía que caería al suelo, por eso no quería soltarlo... Además de que le aliviaba verlo, así fuera una mera alucinación.

—No me apuntó con flechas... Bueno, rompió conmigo usando una. No me dió la cara hasta hace rato para decirme que soy mala por querer seguir adelante y superarte, con él. Soy la mala de esta historia, en esta ocasión. —Movió un poco la cabeza. —No volveré a verlo, dudo que quiera siquiera recordar mi nombre. —Cerró los ojos y sollozó un poco más.
—Lo siento —Murmuró despacio, cerca de su oído—, no puedo prometerte eso. Dios nos escucha.

Se dejó tener, al menos unos momentos. Extraña era la calidez y frialdad de ese abrazo. Un choque de emociones que rayaban entre la felicidad del reencuentro como el dolor de lo acontecido. No sabía sí era lo correcto, pero le estaba rompiendo los huevos que Angie estuviera tan indecisa con sus decisiones.

—¿Él te hizo daño? Sí es así puedo buscarlo —Dijo ahora más serio y separándose del abrazo para verla a los ojos— Me dijeron que te ha apuntado con unas flechas, ¿Con qué frikis de mierda te juntas? Usar flechas en este siglo suena tan raro, ¿Saliste con Guillermo Tell? ¡Jajajaja!
Sus ojos se quedaron contemplando el cielo, envuelta en un abrazo, temblando un poco por la adrenalina de la acción anterior, por su presencia que creía perdida... Cerró los ojos y simplemente se dejó caer contra él, aferrándose por los costados de su pecho, pegando la frente en su hombro. Quería consolarse en esa cercanía, pensando que quizá no volvería a sentirla nuevamente.

—Aless... —Susurró, con suavidad, exhalando profundamente contra su hombro. —No digas tonterías ahora... Espera un poco más... Solo un poco...
—Te pedí que no me buscaras...

Dio una pausa, dejando de lado la baranda, enfocándose solo en ella. Sonreía aún, pues sus expresiones eran genuinas. Esos sentimientos curiosos que él no se permitía, en lugar de ello, optaba por sonreír con diversión. Tomando entonces a la doctora por los hombros, la zarandea de nuevo, como si fuera que se han visto estos días, como sí aquella discusión nunca hubiese sucedido.

—Pero jamás dije que no estaría pendiente de ti —Selló sus palabras con un abrazo, tomando a la rubia entre sus brazos y acariciando sus cabellos con la mano izquierda—, además; eres mi único contacto por ahora, las drogas no se consiguen solas.
Lo miraba con duda, como si fuera uns especie de fantasma delante de ella; su tacto fue lo que le acabó de despertar, teniendo un escalofrío inmediato.

—¿Qué? —Susurró apenas. Hizo un esfuerzo por no sollozar en ese momento. —No. No voy a matarme por nadie. Solo por mi misma. ¿Por qué estás aquí? ¿Cómo sabes que...?

Le miró aún con algo de sorpresa. No quería admitir de forma visual el alivio que le causaba verlo, percibirlo tan cerca de ella.

—No tengo nada que decir. —Cerró los ojos un momento. —¿Vienes a burlarte de mi?
—Te dije que no me buscaras, no que me moriría al día siguiente.

Sin poder evitarlo comenzó a reír. Al no poder asociar adecuadamente sus emociones optó por lo que mejor sabía hacer; reírse. Su mano fue hasta el mentón de la rubia, queriendo alzar su rostro para que no tratara de voltear la mirada.

—Supe que tu último amorío tampoco terminó bien. ¿Te vas a matar por él? Eres muy romántica. Ni conmigo llegaste a tal extremo.

Guiñando su ojo y a media sonrisa, culpable por haber sido un acosador que por dónde Angie pasara él la seguía.

—¿Y qué fue lo que pasó? —Preguntaba y sacaba su cajetilla de cigarros—, bueno, sí es que puedo saber.
Se asustó por completo. La adrenalina que sentía en ese momento la mantenía lo suficientemente alerta como para entender que si, estaba allí con ella. Plantó los pies en el suelo finalmente, para girarse a verlo.

—¿Aless? —Cuestionó, con un hilo de voz. —Eres tu...

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