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“Los humanos invaden”. La frase resonó como campana incesante en Elsa. Pensó en lo duro que debió ser para los espíritus de la naturaleza ver cómo el hombre se adueñaba de lo que tanto protegían, sin embargo, no todo el panorama era malo. Arendelle era un reino como ningún otro, y tras enterarse del fuerte lazo que los unía a los Northuldra, Elsa fácilmente podía jactarse de la bondad en las personas que habitaban el reino. Nadie haría daño a la naturaleza.

Buscó sujetar las manos de Gaelle con suavidad, a ello se le unió una sonrisa comprensiva. — En ese caso, será mejor alistarnos. Presiento que pasaremos muchos días en Arendelle. — Dio un apretón sutil a las manos contrarias, invitando a que la acompañara de regreso al pueblo dentro del bosque.
A1560784 · F
Las intenciones de Elsa fueron claras a ojos del espíritu del viento; rara vez algo se escapaba de su comprensión cuando se trataba de una emoción negativa, pues había visto mucho de eso en el pueblo que quedó encerrado en aquel bosque encantado. —Los humanos, ellos invaden —empezó a decir, observando el paisaje por encima del hombro de su compañera, cual si estuviese rememorando el pasado y las peleas —, pero ahora nos tienes a nosotros para proteger a Arendelle si lo necesitas. Estamos en deuda contigo y con Anna —perdió todo toque serio cuando le sonrió calidamente; sus palabras eran sinceras y sabía que hablaba por cada espíritu cuando lo decía. —De todos modos, será un honor ir contigo y explorar un poco. Tengo mucho por conocer aún.
— ¿Barcos? — Cortó la atención enraizada a la carta y miró sorprendida a Gaelle. Según recordaba, las fiestas de Arendelle se llevarían a cabo dentro de unos meses, así como el recorrido a los reinos aledaños que la monarca debía hacer cada año. — Jm — Enarcó una ceja; los dedos de la mano derecha se encargaron de acariciarle el mentón. — Tengo que visitar Arendelle. Anna no mencionó nada de eso en la carta. — Un tenue brillo de acongojo se adueñó de su mirada, mas tuvo tiempo para disfrazarlo con una sonrisa dulce. — Iremos a Arendelle, Gaelle. Mientras hablo con Anna, puedes recorrer el reino. —
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Se quedó mirando las acciones del quinto espíritu con suma atención; desde que había adoptado una forma física para comunicarse mejor intentaba estudiar el comportamiento humano más de cerca para así no destacar demasiado en sus visitas a Arendelle. —Todo en orden —respondió después de unos minutos de silencio, saliendo de su ensimismamiento un tanto avergonzada por hacer a Elsa esperar—. Sin embargo, en mi regreso vi algunos barcos que no llevaban el estandarte de Arendelle. ¿Anna estará celebrando alguna reunión comercial? Quisiera conocer más de sus costumbres.
— Mi destino... — La voz de Elsa se deslizó por el viento con la misma suavidad de una hoja cayendo cuando el otoño va entrando a Northuldra. Cuán difícil era imaginar el camino que tuvo que atravesar para descubrirse a sí misma y descubrir el precioso regalo que la naturaleza le brindó al nacer. A continuación, dejó a Bruni descansando en su hombro y recibió con gusto la figurilla de papel entre sus manos, apretándola contra su pecho en cuanto reconoció el delicado —y a la vez torpe— doblez del ave. — Anna... La extraño tanto. ¿Arendelle está en orden? ¿Ella está bien? — A la vez, abrió los pliegues del ave de papel para leer el contenido.
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—Era tu destino, Elsa —respondió Gaelle con una sonrisa amistosa y con la mirada llena de orgullo mientras hacía volar una pequeña ráfaga hasta Bruni, quien se elevó sonriendo un instante y volvió a caer suavemente en manos de la humana—. No hay expectativas porque naciste para esto, todo lo que eres, todo lo que hagas, es lo debe de ser —de su falda extrajo una hoja en forma de ave y se la ofreció; por la mañana había visitado a Anna para tomar el desayuno —pese a ella no necesitar comer— y ahora cumplía como mensajera entre ambos extremos del puente—. Eso me recuerda que esto es para ti.
— ¡Oh, Gaelle! Recién arribaba del monitoreo vespertino en el Bosque encantado. El primero en recibirla fue Bruni, tan impaciente como siempre; a él se le unió el espíritu del viento, quien se manifestó en su forma física esta vez. — Sé que mi camino como el quinto espíritu aún comienza, espero estar haciéndolo bien. Deseo cuidar fervientemente del pueblo de Northuldra y de Arendelle, así sea a la distancia.

No habría logrado todo esto de no ser por ustedes, los espíritus que ya habitaban aquí. —

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—Ha sido un largo y difícil camino el que has recorrido desde que pedí tu auxilio aquel día. Verte crecer ha sido un orgullo, sobre todo después de salvar a tus padres, quinto espíritu.

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