tantear su paso. Ésa era la salida por la que estuvo rogando. ¿A dónde la conduciría? No importaba si a cambio recibía la soledad que anheló desde niña. Un lugar donde pudiera ser ella misma sin temor a dañar a otros con sus poderes.

Si bien toda princesa se sentiría soñada por una fiesta dedicada a ella y su nuevo rango, Elsa contaba los minutos para salir de ahí y regresar a la comodidad de su solitaria habitación. Le pareció ser una coronación exitosa hasta que Anna se acercó con un hombre. Las ideas de matrimonio tan repentinas hicieron que la molestia de Elsa saltara a la vista. Un cortante “No” bastaría para detener a cualquiera, pero Anna tenía esa chispa insistente que siguió a Elsa, la irritó y, por ende, la hizo exponer sus poderes de hielo al materializar una puntiaguda barrera entre las hermanas.

Elsa salió corriendo del palacio, pero en el patio encontró aplausos, sonrisas, palabras de aliento que pronto se transformaron en miedo al presenciar una fuente cristalizada.

”¡Es una bruja! ¡Atrápenla!” Gritaron desde la entrada del castillo.

Los pies de Elsa se movieron con rapidez, ocasionando que empujase a uno que otro con tal de hacerse camino al lago que, sin querer, congeló al tantea

Ambos sirvientes reverenciaron al paso de la futura reina, acompañándola directamente a la capilla donde el temor de Elsa se hizo realidad. Desfiló por el centro de un mar de asistentes ansiosos por ver la coronación llevarse a cabo; miró cientos de sonrisas a las que no supo cómo responder más que evadiendo por regresar la mirada al frente, donde su ‘verdugo’ la recibió con calidez y orgullo.

La ceremonia se consumó y todo Arendelle vitoreó a su nueva reina. Hasta ahora todo marchaba en orden; Elsa se sintió tranquila.

A la ceremonia le sucedió el baile real. Arendelle, los reinos invitados, Anna, todos lucían grandiosos y alegres en la pista de baile. Elsa, por su parte, prefirió mantenerse aislada cerca del trono.

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— Solo es hoy y nada más... —

Mirada fija en el patio principal del castillo y manos adheridas a sus brazos; la estoica figura de Elsa se mantenía a menos de un metro de distancia de la ventana mientras por su mente corría un descarrilado tren de pensamientos inquietantes. El día de la coronación había llegado y con ello el abrir de las puertas del palacio. Contraria a Anna, a quien escuchaba cantar por los pasillos, Elsa se negaba a participar en la convivencia con los habitantes de Arendelle. Pensar en la cercanía con las personas activaba levemente sus poderes; la temperatura de su habitación comenzó a descender hasta que dos toques a la puerta cortaron la inspiración invernal.

— Esas puertas deben ya... abrir. — Musitó más para sí misma que para Kai y Gerda que esperaban pacientemente por Elsa.

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[code]Jack se había tenido que ir cuando Elsa estaba pasando a la pubertad, pero la recordaba estable y hasta cierto punto feliz, estaba aprendiendo a dominar sus poderes de nuevo y ya no les temía, su ultimo recuerdo de Elsa fue en el funeral de los reyes, la habitación de aquella joven estaba cubierta de hielo, aunque Jack pensó que solo era por el dolor de perder a sus padres, tomo prestada la chalina de la reina y guiándose por el viento abrió las ventanas de Elsa de forma algo abrupta para hacerle llegar aquella prenda, tal vez aquello la haría sentir mejor. Aquel había sido su último recuerdo juntos, pues ahora estaba trabajando con los guardianes para pelear contra Pitch Black, pero cuando todo parecía haber terminado lo primero que hizo fue presentarse en la coronación de su niña preferida. [/code]

[code]La mejor forma de distraerla tomando en cuenta que no lo podía ver era jugando un poco con ella, con ayuda de una fuerte briza creada por el cayado en su mano elevo al pequeño pingüino de tela y lo hizo moverse, el pingüino movía sus aletas hacia arriba y hacia abajo en un baile improvisado.

Jack había presenciado una triste separación, pero desde aquel día visitaba a Elsa todos los días, la hacía ignorar las advertencias de sus padres, después de todo, sus poderes eran algo muy especial, la nieve y Elsa se complementaban y, a Jack le gustaba quien era Elsa, jugando con ella al crearle un trineo de nieve en un descuido la había hecho volarse el ultimo diente de leche en un espiral de tobogán por el cual la había incitado a deslizarse. [/code]

[code]── Hey, hey, todo va a estar bien, lo más probable es que te dejen regresar al cuarto de tu hermana al alba. Ser invisible era una molesta desventaja, Jack se había descuidado tan solo media hora, sabía que ninguna de las dos hermanas necesitaban de su ayuda para divertirse, pero aun así había intervenido arrojando una bola de nieve a la cabeza de la más joven para que arrojara ella una a la de su hermana y empezar con una guerra de bolas de nieve, Jack había salido a fastidiar un poco a Sandman para que su arena no llegara a las chiquillas y las dejara divertirse, pero al regresar todo había cambiado, las cosas de Elsa ya no estaban en el cuarto compartido. Jack había encontrado a la niña de hielo perturbada contra la puerta cerrada del cuarto y entonces noto algo muy extraño, ¿Qué era esa arena negra que se arrastraba hasta Elsa? Lo que fuera no se veía para nada como algo bueno.[/code]