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‘. ❄❆❄
— Concéntrate. Debes concentrarte. Debes... Concentrarte. — Manos al frente y un cúmulo de nieve cerca. Tenía el entrecejo fruncido al igual que las ocasiones donde no encontraba un objeto o que Anna proponía una de sus extravagantes ideas, pero esta vez, utilizaba esa expresión para mantener su atención en cada gramo de nieve.

Que Arendelle aceptara tener una reina con capacidades mágicas tenía muy pocas semanas de ser un hecho, sin embargo, eso significaba que Elsa tenía la obligación de mejorar el manejo de sus poderes.
 
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Esto se acabó aquí y ahora. Decidida , Elsa dio la media vuelta para irse de ahí. Apuntó de nueva cuenta al piso, y trazó en éste un camino curvilíneo que la ayudaría a alejarse de ese ser. Bajo sus pies hizo aparecer hojas de patín hechas de hielo; dio un salto y se deslizó por la pista recién creada. Al menos si aquel se atrevía a seguirla, se vería entorpecido por el congelado trazo sinuoso.

Úrsula... susurró. ¿Ahora a qué nuevo enemigo iba a enfrentarse?
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¡¿Pero qué...?! -No tuvo tiempo de detener el ataque de la monarca. Sintió como la temperatura en ese instante disminuía drásticamente y al girarse para mirar hacia atrás, contempló el poder mágico de la rubia. Cuando quiso detenerla, dio un paso justamente sobre el congelado suelo, resbalando y cayendo boca arriba. Ante ese brusco accidente y por las bajas temperaturas, sus tentáculos soltaron a la monarca por reflejo.

¡Auch! ¡Argh! -Exclamó el cecaelia de dolor y furia. Se dio la vuelta para intentar colocarse de pie, mirando con odio a la rubia. En ese momento, recordó lo que su ama Úrsula le había contado sobre esa reina y sus poderes, por lo que sabía que ella sería una "presa" difícil de capturar. -¡Vas a ir conmigo, viva o muerta!
La serenidad y cordialidad de Elsa fue reemplazada inmediatamente por una mueca llena de preocupación. El constante peligro, tanto en Arendelle como sus alrededores, hicieron que Elsa aprendiera a no confiarse demasiado, pero esta vez pecó de ingenuidad, la misma por la que reprende muchas veces a Anna.

Fue tarde para cuando intentó huir; adjunto a ello, el miedo de un recuerdo amargo, una cárcel con las manos incapaces de brindarle protección, hizo que el miedo se reflejara en sus ojos. Pero ahora tenía un motivo por el que pelear, y no era sólo el resguardo del reino: Anna.

Abrió los dedos de las manos, apuntó al piso e hizo congelar la tierra bajo sus pies; ganarle algo de tiempo mientras orquestaba su escape era lo ideal.

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Una risa ligera y maligna salió de la boca del cecaelia, mirando satisfecho el haber logrado su cometido.

-Espero que puedas nadar...Tenemos un largo viaje. -Dijo con total superioridad, dándose la vuelta y caminando en dirección opuesta, arrastrando a la monarca con sus tentáculos hacia el lago.
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... -Una sonrisa ligera se hizo presente en los labios del cecaelia. Antes de responderle, se inclinó ante la monarca en una cortés reverencia, en señal de respeto hacia su autoridad como gobernante. Sin embargo, elevó su rostro para verle, mostrando una sonrisa siniestra, para finalmente responderle - A ti...

De pronto, de la espalda del joven peliplateado, emergieron unos largos, gruesos y oscuros tentáculos, los cuales se aproximaron a una imperceptible velocidad hacia las extremidades de la monarca, logrando solamente capturar sus muñecas y tobillos con 4 de sus 8 tentáculos, con la intención de inmovilizarle.
Carraspeó la garganta antes de girarse a verle. Manos a la altura del vientre, mentón alzado y postura recta; Elsa tomaba muy en serio la seriedad como reina de Arendelle, así que ante un visitante no era de extrañarse tanto porte.

— Un aprendiz, eso es sorprendente, y, descuida, de haber sido esa tu intención, sé que ya lo hubieses llevado a cabo. ¿Has venido a buscar algo a Arendelle? —
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¿Quién soy? Realmente no tiene mucha importancia. Digamos que soy un simple sirviente. Un aprendíz, además. -Respondió a la rubia, arqueando una ceja al darse cuenta de que ésta no se atrevió a mirarle de frente. Ante esto, soltó una ligera risa irónica. -¿Qué sucede? No voy a atacarte...
❄️

El imprevisto de una llegada desbordó en un par de flores congeladas; Elsa apretó los labios, miró a sus espaldas e intentó mostrarse tranquila, justo como una reina debe de. — Eso es en parte cierto, pero más importante, ¿quién eres? — Tal vez no era tan curiosa como Anna, mas esas apariciones siempre eran motivos de mil cuestionamientos.
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Yo te conozco... -El cecaelia se elevó a la superficie desde las profundidades del lago que estaba a espaldas de la joven, mostrando su apariencia humanoide para no asustar a la rubia. - Eres el centro de poder mágico de la naturaleza en el mundo terrestre.

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