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Mmm. No te noto del todo convencida, sirena. - Respondió con un ruidoso chasquido en su lengua, dándole la espalda con la intención de alejarse del lugar en donde anteriormente era la colección de objetos humanos que la princesa había adquirido por años. - No tienes idea de la gran cantidad de criaturas que desearían que el mensajero personal de la Bruja del Mar les visite e invite a su guarida. Pero bueno, al parecer mi Ama se ha equivocado contigo. Una lástima... - Dijo con algo de melodrama en sus palabras, como queriendo con esto aumentar más la curiosidad en la sirena. - Es mejor que me vaya. Deseo que puedas superar SOLA toda esta desgracia que estás pasando, niña - Comenzó a nadar hacia el exterior de esa gruta marina.
Su cuerpo sin peso por el océano floto para poder nadar al lado del chico y así acompañarlo.
Las lágrimas imperceptibles de la princesa flotaban y a pesar de parecer que no estaban ahí Ariel utilizo el dorso de sus dos manos para tallarse un poco los ojos enrojecidos por el llanto, le presto entonces atención a aquella fascinante criatura a su lado aunque por supuesto con un poco de desconfianza en cuanto escucho hablar acerca de la bruja del mar. ¿Por qué querría ayudarme? Con cuidado recogió la mitad del rostro roto de la estatua del príncipe Erik, retiro los residuos de arena de este aun indecisa. No es un buen momento, por favor, déjame sola. Había escuchado historias terribles acerca de la bruja del mar, pero, también había escuchado cosas terribles de los humanos. Lo siento, no quería ser descortés. ¿Cómo es que no te conozco?
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¿Que quién soy yo? Meh...Sólo un cecaelia sirviente y sin mucho que aportar. En realidad, no soy lo "importante" aquí: Mas bien, eres tú. - Respondió el cecaelia en un tono aburrido al hablar, acercándose un poco más a la sirena adolescente, flotando en el agua por encima de ella gracias a sus largos y gruesos tentáculos. Observó a la chica mostrando una sonrisa de convincente alegría, con intenciones de ser persuasivo con la sirena en sus palabras. - Eres una sirena muy afortunada: La misimísima Bruja del Mar me ha encomendado a venir a verte y hablarte de ella. De hecho, ella está dispuesta en ayudarte en tus problemas...
Desde que era pequeña, Ariel se recordaba admirando el brillante sol opacado por lo turbio del océano, amaba su hogar, pero como todo ser curioso se había visto atraída por lo desconocido, la atracción hacia lo que no conocía la habían llevado a diversas aventuras, peligros, nuevos amigos y cada objeto nuevo que recolectaba representaba dichos valiosos recuerdos, para algunos pudo haber parecida exagerada su reacción cuando su padre había destruido cada uno de sus tesoros, pero Ariel no estaba preparada para despedirse de aquella ilusión por la humanidad y más aún, un adiós definitivo hacia su primer amor. La pequeña sirena lloraba desconsolada hasta que una voz le hizo elevar su pequeño rostro de finas facciones para encontrar sus zafiros con lo que parecía un, ¿sireno pulpo? ¿Q-Quien eres tú? Cuestiono confundida
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La sirena de cabello rojo sangre...

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