Sacudiendo la tela del kimono a su paso. Segundos más tarde suspiró, mirando el paisaje que se presentaba ante ellos. —Khaal, alguna vez, ¿has deseado salir de aquí?

Recordaba que, las primeras veces que había convivido con aquella criatura, la relación había sido difícil. Ambos estaban sumidos en sus propios pensamientos y en sus propias vidas, demasiado concentrados en los demonios que no permitían la entrada de algo más. Hasta que Megara se aprovechó de la sangre divina de Khaal y ahora estaban ahí, con la suficiente confianza para tocarla y acercarse a ella, y con la suficiente seguridad para sujetar su mano con fuerza mientras se dejaba guiar por los pasillos directo a la salida y más allá. Carraspeó pensando, sus ojos vagaban por las estructuras de la casa, de techos bajos y paredes unicolor. —Siempre tengo hambre... ¿Qué tienes en mente? —sus ojos vagaron por el parche del hombre, ya que se encontraba del lado de su ojo tuerto. Unos segundos más tardes sonrió. —Podemos ir a uno de esos lugares donde comparten comida. Así podré tomar de la tuya sin sentir remordimientos —murmuró sonriente. Dio un suave apretón a su mano, sacudiendo la tela de

Megara, al contrario, la sostuvo y sin esperar su respiesta empezó a andar hasta la salida de la pequeña casa que habitaba. || x2(?)

La observó levantarse, tan animosa que apenas reconocía a aquella chica solitaria de tipo atrás. No pudo evitar sentir una oleada de alivio recorrerlo de pie a cabeza, ¿por qué? Megara se había vuelto importante en su vida, aún cuando se había prometido que no volvería a ver por alguien más, que dedicaría su vida a la auto destrucción. Algunas cosas no se podían evitar. — Cierto... Bueno, creo que al menos me tranquiliza ir contigo porque, bueno, te ves muy bien. Es posible que quieran robar a una chica tan hermosa. — Su voz salió en un tono aterciopelado, masculino y hasta cierto punto dominante. Se daba atribuciones que ella no le había cedido, ¿desde cuándo? La sensación de déjà-vu le impidió darle la mano por un segundo, hasta que escuchó la voz femenina y despertó de la ensoñación. — Sí. Vamos. — Tomó su mano y se levantó, impulsandose lo suficiente como para no ponerle todo su peso a ella. — ¿Tienes hambre? Podemos ir a comer primero. — No soltó la mano de Megara, al contrario, l

—¿Listo? No quiero que te arrepientas de esto. He estado emocionada toda la semana. *

|| :’c

El pequeño pincel le hacía cosquillas en el párpado, poco acostumbrada a portar maquillaje o a colocárselo, considerando que en el mundo mágico no se acostumbraba a hacer actividades muggles de ese estilo. Ladeó sus labios a la derecha en un gesto pensativo. —No esperaba que fueras la clase de chicos que husmearía en mis cosas privadas. Aunque... no me importaría mostrártelo, aunque siempre puedes cerrar los ojos. Por ejemplo, cuando esté bañándome —musitó, abriendo el ojo libre para sonreírle de vuelta. Incluso cuando la ausencia de sus dedos en su rostro dejó una sensación extraña en él. Apoyó las manos en sus rodillas, dando una suave palmada. —¿Lo olvidaste? Prometiste que si te enseñaba mi mundo, tú me mostrarías el tuyo. Y no puedo caminar por las calles pareciendo una extranjera. Incluso me puse esta vestimenta para pasar desapercibida. —De un salto se levantó, tomando el pincel y la pintura de las manos del muchacho y tendiéndole su mano.

A veces olvidaba que la fémina frente a él poseía el don de la magia así que no pudo evitar levantar una ceja con duda, tras ese preludio volvió a colocar las cerdas del pincel sobre el párpado de Megara y comenzó a delinearlo con el mismo cuidado de antes; como guerrero sus acciones eran bruscas pero en esa ocasión demostraba una delicadeza desconocida por otros en él. — No creo que quieras realmente eso. Podría ver a través de tus ojos, ¿y tú privacidad qué? — Una sonrisa ladina se dibujó en su rostro al oír el agradecimiento. — Siempre que pueda te voy a ayudar, incluso en cosas extrañas como esta. — Terminó de dibujar y bajó el pincel hasta dejarlo a un lado; su otra mano, la que aún la sostenía del mentón, le dedicó una suave y rápida caricia al contorno de su rostro para después soltarla completamente. Pocas veces eran las que se había permitido tocar con cariño a una persona, con ella sentía que podía hacerlo. Confianza, quizá. — ¿A dónde te diriges así de arreglada?

Sonrió cerrando ambos ojos, frunciendo la nariz y riéndose internamente del muchacho, antes de abrirlos y mirarle al único ojo, enarcando la ceja derecha en un gesto de inocente burla. —Si lo haces mal... me vengaré —susurró, aunque fuera una mentira. Levantó el rostro hacia arriba sintiendo el pequeño apretón, ocultando sus ojos tras los párpados a la par que soltaba un suspiro. —Si lo haces entre los dos tendríamos una mirada completa. Podemos combinar nuestros poderes. ¡O nos hacemos ojos mágicos interconectados! —Abrió uno de sus ojos, sonriendo. —Eres bueno en esto, gracias por ayudarme... Khaal.

— No me molesta lastimar... Joder. — Antes de que pudiera terminar la oración se vio interrumpido por el movimiento del párpado femenino; retiró con rápidez el pincel antes fallar en su misión, aquellos reflejos los había adquirido tras todas las guerras libradas. Casi era como si su cuerpo entero estuviera en constante alerta. — Graciosa... — Murmuró, tentado a mancharle la mejilla como castigo. Tras pensarlo unos segundos se limitó a tomarla del mentón con la mano libre y así levantarle con cuidado el rostro con el afán de verla mejor pero también de reprenderla, presionando levemente el lugar con sus dedos. — Te puedo sacar un ojo si te mueves.

—Yo no puedo hacerlo tampoco. Además, así practicas el enfoque de tu ojo, es mucho mejor que usar una espada, pelear y lastimarte. —Parpadeó varias veces con la plena intención de que él se equivocara.