Finalizó con gran decisión mientras sus sentidos comenzaron a agudizarse, tal parecía que el encuentro contra una guerrera del rango dorado sería un gran reto, especialmente tratándose del signo de Virgo, pues había escuchado que eran guerreros de gran poder.
No dudó ni un instante más, tras aquella breve presentación Markab se lanzó hacia ella, ejecutando una serie de estocadas con aquel relámpago que sostenía cual lanza en una amenazante apertura a dicho encuentro.
Balbuceó curioso antes de la tremenda revelación ante sus ojos, atestiguando aquella metamorfosis sobre la chica, su mirada creció con sorpresa, incrédulo de lo que acontecía. Por un momento, un cegador brillo dorado emergió el cual no tardó en colocar su brazo frente a él para evitar ser cegado por dicha luz.
Más incrédulo, pero sobre todo, atónito quedó al ver aquel ropaje dorado cubriendo el cuerpo de la chica que ahora parecía mucho mayor. Tenía muchas preguntas, sin embargo, un poco de alivio le provocó saber que su hermano no era el único caballero de oro.
— Armadura dorada... ¿Virgo?
Pronto la emoción dejó de ser novedad y su seria expresión dominó una vez más sobre su rostro, recordando aquella declaración y ¿Por qué no? Darle la razón a su deseo de pelear un poco, pues de todas maneras, éste buscaba superarse más y más, y ¿Que mejor oportunidad que batirse contra un guerrero de alto rango.[/
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de segundos, la armadura se posicionó en el cuerpo de la mujer, dando a entender que esta le pertenecia.
— ... O tal vez no. — Finalizó la anterior oración. — Soy K', amazona de Virgo. La que fue pupila de Shaka de Virgo.
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— Así que quieres pelear... Ya veo. Entonces pelearemos... Pero sería en mismas condiciones...
Irrumpió sus mismas palabras, sin mover ni un solo centímetro su cuerpo, por el contrario, todo lo que necesitaba lo haría su propia energía.
Lentamente, sus cabellos fueron cambiando de tono, iniciando desde la raiz hasta las puntas. Este se había vuelto dorado asemejando el oro. Sus ojos rojizos de igual manera cambiaron a celeste y su cuerpo desaliñado, sin gracia y sin figura fue tomando altura y no solo eso, pechos, cadera y trasero crecían a la par, parecía como si estuviera tomando la imagen de una mujer mucho más grande y madura de lo que se veía con anterioridad.
Posteriormente a ese cambio, en el cielo se abrió un nuevo boquete, del cual salió una luz resplandeciente, dorada, hermosa. Y en ese haz de luz, fue cayendo lo que parecía una armadura dorada; era la armadura de la amazona de Virgo. La chica cerró sus ojos y solo sonrió de medio labio. En un par
—Por supuesto... Respondió. —... pero no por el motivo que sostienes. A diferencia de ti, yo he creado esta técnica con esfuerzo y pienso llevarla a la perfección. Detesto depender de algo que no es mio... es por eso que haré de esta técnica mucho mejor que la original.
Continuó mientras hizo una pequeña demostración con aquel relámpago, haciendo uso de éste como si de una lanza o jabalina se tratara, haciéndola girar sobre sus manos y entorno a su cuerpo. Fueron al menos cinco segundos los que tomó para ello, mismo que la estabilidad de aquel rayo se mantuvo sobre aquellos veloces movimientos, finalizando como ella lo hizo, apuntando al contrario, donde las puntas de aquellas armas a penas se tocarían entre si.
—Y para ello estoy dispuesto a demostrarlo en cualquier oportunidad.
**El rayo, esa era la segunda de sus tres técnicas secretas, tanto por herencia mitológica cómo algo que había pensado como una necesidad al enterarse en su entrenamiento que el uso de armas estaba prohibido, por lo que vino a su idea, literalmente, como un relámpago ¿Y por qué no? Especialmente cuando escuchó de sus hermanos la leyenda del mitológico caballo alado, su ascensión al Olimpo y volverse el portador del rayo del rey de los 12 olímpicos.
—Esto no tiene nada que ver con ese anciano pervertido... Bueno, al menos no directamente.
Agregó como respuesta a su interrogante. Repentinamente el cielo se nubló, y tras ello aquellas siniestras manifestaciones. Se sorprendió un poco, pues tales acontecimientos fueron no eran normales, era obvio, tenía que ver con aquella chica frente a él. Tan pronto como aquellos relámpagos cayeron y manifestaron aquella espada, su mirada se abrió un poco más, al menos momentáneamente.
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Sujetó el arma, sin dejar de emanar de sus manos la electricidad que al chocar con la empuñadura de la espada, la hizo brillar, majestuosa. La sacó de la tierra y apuntó con ella al chico.
— ¿Crees que eres el único en poseer ese tipo de armas? Esta era el arma favorita de Zeus, ese débil dios del cual gocé por un tiempo hasta que mi padre decidió eliminarlo. Ahora vive bajo la merced de mi familia.
Agitó un poco la espada, causando que un potente rayo cayese del cielo sobre un árbol el cual al instante fulminó.
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plateados, escuchándose como chispas tronaban de esta aura, pues en ella se formaban rayos dorados. Poco a poco fue separando sus manos y entre ellas se pudo ver como esos rayos se iban reuniendo, formando uno cada vez más grande. El chirrido y los tronidos se escuchaban por todos lados, incluso llegaron a caer rayos en el suelo, dejando marcas de quemaduras. En el cielo las nubes grises se aglomeraban y al igual que en sus manos, los truenos y los rayos caían al unísono con los que ella formaba. El viento movía con fuerza sus largos y blancos cabellos, de un lado a otro.
— Aproxímate a mi, trueno.
Susurró para si misma, extendiendo de golpe ambas manos, quedando con los brazos extendidos a los costados. Entre las nubes se abrió un enorme boquete de cual salió disparada una espada con forma de rayo; esta misma se clavó en la tierra, frente a la chica. Su hoja era dorada y su empuñadura era de cuero negro y adornos plateados; era la espada que Zeus le había regalado.
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Detuvo de golpe su mano, con la que estaba retirando su máscara anti gas tras ver la lanza que se había formando frente a sus ojos, haciendo alusión a que el caballero portaba un arma de aquel dios que alguna vez había conocido. Detrás de la máscara, de lo poco que ya se veía de su rostro se denotó una silueta de sonrisa, había sonreído con cinismo, soltando un pequeño resoplido de entre sus labios. Lentamente continuó retirando la máscara hasta dejar al descubierto su rostro. En su cara se veía tranquilidad, serenidad, sus ojos rojizos contrastaban perfectamente con el blanco de su tez y de sus largos cabellos que se acomodaban, quedando un flequillo que cubría su frente y sus cejas. Sus labios eran algo carnosos, pero sutiles y finos para una chica que parecía no atravesar los 15 años.
— Así que Zeus... ¿Acaso debería ser yo quien deba temer?
Inquirió, mientras unía entre si sus propias manos, frente a su pecho. Ambas iban emanando un aura blanquecina con toques
Ante aquella continuación de su respuesta, éste separó sus palmas mientras que una corriente eléctrica se estiraba entre dichas palmas, así, comenzaba a formar una lanza a partir de su cosmos, adquiría solidez y estabilidad, de una manera muy similar a como el mismo Zeus formaba y sostenía un rayo. Aquel sostuvo dicho rayo como una lanza cualquiera sin verse afectado por la misma corriente que se mantenía danzando en dicho pilar de energía.
Y al formar aquella lanza a partir del rayo, aquel apuntó uno de los extremos hacia la chica, quien había visto parcialmente el rostro bajo aquella máscara.**