** Ante la emoción de la contraria, éste esbozó una amable sonrisa, aunque realmente no tenía mucha idea de lo que se trataba un té, o una infusión. Tan solo podía comprender que era algo que podía beber y, ante la descripción de la dama, parecía tener un buen sabor,

— Markab... Llámame Markab, señorita.

Reparó el muchacho al tiempo en que mantenia el paso tranquilo para no apresurarla. De hecho, así como ella, el tiempo en el trayecto no fue pesado ni desesperante ya que al parecer la compañía era algo que podía apreciar y algo que distría la atención del acto de preguntar cosas como: "¿Cuanto falta?" **