Una vez llegó a la sala, se percató de la presencia de dos rubios quienes parecían dos estrellas gemelas. Como parecía que estaban en medio de una conversación, se acercó con calma para no interrumpir. Escuchó el esperanzado intercambio de palabras de Altair con Orion, cosa que le hizo suspirar con suavidad. Ah la juventud, con tantas ilusiones, le recordaba a sus inicios en ésta clase de eventos.
Simplemente ofreció una sonrisa tenue y cortés al menor y finalmente hizo notar que ya estaba ahí aportando con algo mínimo. —Bienvenido Altair, esperamos la velada sea de tu agrado, mi nombre es Cassiopeia, es un placer.— Al no ver a nadie más presente, era su oportunidad. Colocó su mano con delicadeza sobre el hombro de su discípulo. —Estaré en la biblioteca o en el balcón, sabes que no me gusta mucho estar en presencia de muchas personas.— Susurró a Orion para así no apagar los ánimos del pequeño Altair, después de eso, hizo una leve reverencia y se retiró.
