(...) ¿Qué estaba pasando? Hacia apenas poco estaba disfrutando de aquel sueño sempiterno y ahora… No sabía dónde estaba.
La confusión decoraba su rostro, mientras volteaba a observar todo lo que le rodeaba en un intento por reconocer el lugar. Mayor fue su sorpresa cuando sus ojos lograron ver finalmente a aquel desconocido. Un grito ahogado escapó de sus labios, su mente aun seguía parcialmente nublada por aquel largo letargo, por lo que sus reacciones eran más torpes de lo usual.

—¿¡Quién eres!? —

Exclamó, mientras le observaba de pies a cabeza en búsqueda de alguna particularidad que pudiera indicarle su procedencia. ¿Qué podía hacer? ¿Huir? Sí, eso podría ser una buena idea. Y aun sin permitirle al contrario responder, trató de ponerse de pie para esconderse entre la maleza cercana, pero fracasó. (...)