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Cada amanecer, simbolizaba para Clío, la oportunidad de visitar el sepulcro en el que reposarian eternamente, los restos mortales de sus padres. Apenas era una niña, pero dedicaba gran parte de su mañana a arreglar las flores que rodeaban aquél hogar impuesto por la finitud de la vida. Como pocas veces, la infante terminó extrañamente agotada, sin darse cuenta se sumergió en un profundo sueño.
 
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*No es secreto que desde la antigüedad, los Dioses habían forjado poder y rivalidad entre ellos. De una u otra manera sus caminos llegaban a encontrarse, y era entonces que los conflictos de intereses, las luchas de ego aparecían y buscaban eliminarse, forjar alianzas, arruinar sus vidas. Enid no era la excepción, creció resentida con sus hermanos, que habían votado para debilitar su ser, partiendo su deidad en muchas más, surgiendo de ella, las diosas del amor, la fertilidad, la belleza, la fortuna. Atributos que originalmente vivían en ella, la Diosa de la lujuria.
Enid era astuta como una serpiente, su belleza era semejante a la de las rosas, divina pero sus espinas solían lastimar a quien no la tomaba de forma adecuada. En una visita con la Diosa de la Fortuna, tuvieron una visión. En la tierra había nacido una musa, que inspiraría a los hombres a crear las formas más inexplicables de arte, aún era una niña, pero con el paso del tiempo sería la nueva Diosa, una que cargaría con l

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