—Tienes la habilidad de siempre estar increíblemente atractivo. Cualquiera pensaría que usas magia para mantenerte de esa manera—. Expresó entre risas, había olvidado como era escucharlo reír y poder tener la oportunidad de escuchar ese sonido nuevamente le aceleró el corazón. Debido a su pregunta, un escalofrío le recorrió la columna; agradecía no tener ningún corte o golpe en el rostro pues no sabría como explicarle que era lo que había estado sucediendo en su vida; simplemente asintió fingiendo que todo estaba bien. —Por supuesto. Como a mis horas, lo que sucede es que entreno muy duro, por eso me sientes más liviana—. Acaricia su cabello esta vez de forma cariñosa.

Tenerlo tan cerca era un sueño para ella, uno que deseaba mantener en su memoria y deseando con todas sus fuerzas que no se convirtiera en una pesadilla, suspira al sentir esa dulce y pequeña caricia sobre sus muslos obligándola a mirarlo pero con una sonrisa de felicidad mucho más notoria. —¿Viejo tú? A mi no me lo pareces... Cada vez que volvemos a encontrarnos creo que luces muy atractivo—. Esta vez fue ella quien se inclinó sobre él para juntar su frente a la ajena y le regaló una suave pero dulce caricia sobre su mejilla.

Ella también sonrió, no había perdido ese agradable sentido del humor que recordaba en él. Sintió ese gentil frote de su nariz contra la propia haciéndola ruborizar más que el hecho de cargarla, ocasionando que tuviera que rodear su cuello con ambos brazos. —No has cambiado nada...—. Le susurra al oído, abrazándolo con cariño; no quería que la soltara... No todavía.

Estaba absorta en aquellos ojos que la miraban ¿Cómo era posible que esa mirada la hiciera saber lo que él sentía? Ese suave tacto seguía transmitiendole una paz y felicidad que pocas veces sentía; suspiró en cuanto aquella distancia entre ellos desapareció y unió sus frentes para estar más cerca. —Solamente un poco... Ya no debes inclinarte tanto, Lev—.

Tenerlo frente a ella le removió muchas emociones en su interior ¿Cuántas veces había soñado con poder volver a verlo? Incluso había perdido la esperanza de poder verlo de nuevo; limpiaba con cariño sus mejillas pero las lágrimas no paraban de caer; sus ojos verdes observaban los contrarios sintiendo el corazón latirle con fuerza. —También quería verte...—.