Si se iba a embriagar con Ivar lo haría bien, por algún momento tenía que controlar su sed de romperle el hocico y cambiarla por la sed se verdad. No tardó en llegar, generalmente Zoé andaba en jeans y chamarra de pie, algun top bonito que hiciera juego. Pero por ser "San Valentín" decidió ponerse un vestido. Tenía tanto que no usaba algo así. Era un vestido rojo, del largo llegaba a la mitad de sus muslos, no tenía mangas ni escote al frente. Pero en la espalda tenía uno que llegaba casi a los glúteos. Zapatillas y bolso negro, la cabellera espesa y oscura cayéndole por la espalda(...)
Admiraba ese sentido de valerguista que tenía la hembra, y por respeto no discrepó, tan solo entregó el casco y se puso el suyo, subió a la moto y empezó a andar por las calles. Si la casa de ella estaba a unas cuántas cuadras entonces aprovecharía para comprar algo en el camino, en eso de que se vistiera y demás.
—Me dices cuándo llegamos. Cuando subas a cambiarte me quedaré afuera esperando, ocupo ir por unas cosas.
— No, nos vamos a ir en tu moto. — para ese punto ya le valía verga todo. Así que esperó a que se subiera para seguirlo ella, ninguna moto ni prenda iba a ponerle un limitante.
— Total, si me ven el culo verán algo bonito.
Se acomodó la cabellera, muy digna ella en su papel femenino, ni parecía la mexicana si se le observaba desde otra perspectiva. El cuerpo si, pero el porte no.
Alcanzó a escuchar lo último para cuando él estaba tomando los cascos. Y quedó en las mismas, fue una sorpresa agridulce el cambio de look por parte de la Nahual.
—¿Si te sientas como las mujeres cuando iban a caballo? —miró de nuevo, y la verdad sólo se imaginaba a la mexicana cayendo de cara contra el asfalto mientras la moto iba toda velocidad—, o pedimos un Uber. Luego vuelvo por mi moto.
Como él pagó, esperaba que al menos la dejara comprar más alcohol cuando fueran de camino a su departamento. Salió del pub, rebuscando con la mirada la motocicleta del varón.
— No es tan lejos de aquí, quizá a unas diez calles. Es un edificio.
Estaba lista para irse, traía su bolso. Solo que ahora no se imaginaba para nada subiendo vestida así a una moto.
Sacó un par de billetes y los puso en la barra, no se fijó bien cuántos eran, a esas alturas no importaba. Había ganado mucho, después se arrepentiría cuando tuviera que ser visitado por quién le alquilaba el departamento. Ivar sólo tomó sus cosas mientras abría la puerta esperando a Zoé.
—A todo esto, deberás guiarme, porque no sé dónde mierda vives.
Bebió, el sabor del tequila le encantaba. Era su dulce elixir de la vida que amaba para siempre, así que terminó bebiendo todo lo que dejaba caer en la boca.
Hizo un gesto, por más que querría no hacerlo, terminó haciendo uno. Agarró limón con sal y de nuevo a su boca. — Mierrrrrrrrda. — suspiró profundo. — Bueno, al menos podré ponerme algo más cómodo. ¿Pagamos y nos vamos? Igual y llegamos por más alcohol al súper.
En realidad no le importaba en lo más mínimo arruinar el vestido, no es que los usara todos los días. Pero la idea de sentirse libre por un momento no le molestaba, parecía incluso gustarle.
Bebió el trago que le había servido para Ivar, pues el muy cabrón estaba bebiendo directo de la botella, a lo que Zoé lo tomó de una, luego agarró un limón para quitarse un poco el ardor.
— En realidad siempre he pensado que lo eres, no solo porque estoy ebria. No lo vas a oír otra vez.
Bromeó, luego se encargó de abrir los labios, esperando que le echara también Don Julio directo.
—Eh, eso fue un golpe bajo, pero mira que aún así estás en una cita conmigo, sube un poco esas expectativas, reina.
Anexó divertido yendo por la botella, ya le importaba un carajo, bebería directo de ella. Era cierto que ambos llevaban poco rato bebiendo, pero la vida se disfrutaba al máximo, a menos así es como pensaba.
—Ya te dije, iremos en mi moto. Sólo procura agarrarte bien o saldrás volando por ahí. Hasta podemos acabar en la playa, si gustas.
— ¿Más apropiado? Uh quiero. ¿Podriamos ir a la playa, quizá? — en cuanto bebió el shot, Zoé ya estaba sirviendo otro. Una apuesta era una apuesta y no estaba dispuesta a perder. Aunque él llevaba media botella de más, Zoé sentía el paso de los tragos encima, poco a poco.
— Verga. Deberé beber más lento, ya hasta te veo guapo.
Luego se quedó viendo fija a la botella, estaban jodidos pues llevaban más de la mitad y no tenían tanto rato bebiendo.
