Yo suelo olvidar el acto tan deplorable de algunas criaturas, así que sí, seguro lo olvidé. Te sugiero que no lo vuelvas a hacer si lo que buscas es llevarte bien conmigo.
-Se mostraba tan firme en sus palabras como en la postura que tomó, cruzada de brazos y con un ligero realce en una de sus cejas.-
-Una sombra se dispuso delante de ella y así como elevó su mirada, haría percate de la posición que este tomó con sus manos para que, al ser sujetada del mentón, simplemente agarrase los dedos ajenos y de manera sutil bajara su extremidad, apartándola de aquella sección en su rostro.-
Nerviosa no estoy. Pienso en lo que te haré si persistes con la idea de querer tocarme. Uhm... arrancarte los ojos primero, sí.
-Pensó en voz alta, a propósito. Dibujándose una sonrisa en media luna sobre los labios femeninos.-
¿A qué lazos te refieres? Bueno, imaginaba una respuesta así. Demonios y sus complejidades.
-Rotaron sus ojos, poniéndolos en blanco unos segundos antes de alejarse de su ajeno, recargando la espalda contra el roble de un árbol.-
Maou... Está por de más que me insinúes tu etiqueta Real. Jamás te trataré como tal, por el simple hecho de que detesto todo eso.
-Escondería ambas manos por detrás, a la altura de su espalda baja. Y con la vista dirigida al suelo, rascó de la tierra con la punta de su calzado, sin tener alguna pretensión de verlo a los ojos.-
Uhm. Pude verme, pero...no estoy muy segura de lo que pasó.
-Le avergonzaba un poco admitir esa ignorancia con la que aún portaba, acerca de su propio potencial, desviando por ello su atención en una dirección al azar.-
De cualquier forma, no importa.
-Y en respuesta final del masculino, enarcó su ceja y le observó nuevamente, esta vez de brazos cruzados.-
Tu nombre. Todos los demonios nos servimos de uno ¿no? ¿Cuál es el tuyo? Supongo que te dejaré soñar con eso, "rey".
—Inclinando la cabeza hacia abajo y mirando fijamente.
A veces las cosas bellas son de por sí bellas por el hecho de que no las podemos poseer. Ahora ya tienes noción de algunas cualidades ocultas que tienes.
—Este notó el temor de la albina y mientras volvía acortar la distancia tomada por esta.—
¿Pudiste verte en mis ojos? Ahora entiendes por qué me quedo ensimismado en los tuyos, pero tranquila si quisiera lastimarte hace mucho lo hubiera hecho.
—Este al aguzar la mirada en dirección a la albina, volviéndola a reflejar en sus ojos.—
¿Quién soy? Ya te lo dije, soy el Rey Demonio. No volveré a repetírtelo tratando de convencerte de ello. Solo aquellos que no están seguro de lo que son, tratan de convencer a toda costa al resto. Además no deberías hesitar después de ese poder mágico que emanado de tus ojos ocasionando el estremecimiento todo. ¿No crees?
