Así es, puedo estar en los alrededores, es de ahí donde consigo a veces tener un poco de entrenamiento. —Al saber que su hija estaba lista, dió un gran salto para avanzar, ¿Dónde? Aún no lo sabía exactamente, pero confiaba en que en algún momento encontrarían un lugar tranquilo.—
Espera ¿dijiste no muy adentro? ¡Podemos ir a los suburbios! La vida está muy tranquila y aburrida, busquemos problemas. Anda, di que síii. ~ -Se abrazaba del cuello de su madre, zarandeándola un poquito, persistente a la idea. Mas luego sonriéndole infantil, y quedándose finalmente quieta.- Lista. (?)
Sabes que yo no puedo, al menos no muy a dentro. —Gracias a que poseía una fuerza sobrenatural, pudo cargar a su menor hija, llevándola en brazos como en aquellos tiempos en los que la albina era una bebé.— ¿Estás lista? {?}
¿De qué sirve ir si no es contigo? Tengo amigos que echo de menos, pero nadie me hace sentir 'en hogar'. E igual, son idiotas, no más de los que conocí aquí, pero sí. -Un fuerte apretón con sus brazos y finalmente la soltó.- Eso sería un desperdicio, pero podemos probar. -Dando un pequeño saltito sobre la pelinegra, esperando que sus brazos la cargasen.-
—Ella no pudo ver el pucherito que su hija realizó, pero por la entonación de su voz, comprendía el disgusto.— ¿Te gustaría volver? Porque yo creo que a ti te lo permitirán, aunque me gusta tenerte en el mundo humano y verte cada que puedo. —Inclinado un poco la cabeza, posó la mejilla sobre los blancos cabellos de la demonio.— Entonces... Vayamos a cortar a todo animal grande que encontremos. (?)
-Hundida entre sus pechos, no podía negar que se sentía a gusto sobre ellos, girando de lado su propio rostro para atender a uno de esos voluminosos montes que su diestra se dispuso a picar. Haciendo un pucherito en su gesto.- En el Inframundo todo era más fácil... -Suspira hondo, y se esconde nuevamente en medio de sus carnes.- (?) No lo sé, me distraje con las hojas y lo perdí de vista. Ya debe estar en el estómago de otro animal.
—La tierna mirada de su menor hija la hizo ruborizar, ya que había pasado tanto tiempo desde que no la veía tan indefensa.— No eres un desastre bebé, a veces hay cosas que no podemos controlar pero es parte de vivir. —La volvió abrazar, obligándola a hundir su rostro entre los grandes senos de ella.— ¿Cómo se perdió? Sí quieres te puedo ayudar a buscarlo, sabes que soy muy buena rastreando cosas. (?)
Todo me sale mal, soy un desastre. -El aferro entre sus brazos provocó que ella se acurrucase más y apenas asomara los ojos por encima para que sus miradas se encontrasen, y la suya se muestre un tanto apagada. A punto de lagrimear.- Y mi gato se perdió.
—La rodeó con ambos brazos, con mucha fuerza, como si la pequeña albina fuera un esponjoso peluche. Luego, al escucharla, se apartó un poquito, tan solo para poder verla al rostro.— ¿Por qué te quieres morir? No... Si tú te mueres, yo también me moriría. —Aunque al ser ambas unos demonios, morir no era algo posible.— (?)
-La petición llamó a que voltease sus ojos hacia la demonio, con sorpresa. El gesto seguido se transformó en una pequeña sonrisa y sus pupilas brillaron de nostalgia, pues hace un tiempo que no la veía, ni sentía ese calor especial que sólo su madre era capaz de brindarle. La rodeó bajo esos brazos, casi que se habría abalanzado para poder alcanzarle y apretar fuerte con los propios. Escondiendo el rostro sobre su pecho.- Me quiero morir... (?)
