Por el contrario, Gala no se duerme tan pronto. Dedicó largos minutos de la noche a brindarle esas caricias que, evidentemente, servían para calmar los sentidos de Danna y ayudarla a dormir.
La ternura que experimenta permaneció, como un sentimiento duradero al tener el cuerpo relajado de su amiga descansando sobre sí.
Cerró sus ojos, aguardó en la oscuridad hasta finalmente unirse a ella en el sueño.

No dijo más, se acurrucó a ella colocando su menton en la cabeza de la ama quedándose dormida por esas caricias que le dejaba, Danna bostezo profundo, Gala podría sentir los latidos y respiración profunda y calma de su contraria.

— No nos dejaremos más... Hmg...

Su voz débil y su sentido se fue perdiendo en esa oscuridad, era la primera vez que dormían juntas y era una experiencia agradable.

— Debiste haberme dicho cómo te sentías. No quisiera dejarte sola, sé lo mal que se siente...

En ese momento se percató de que ya no necesitaba abrir los ojos. Se relajaba por los mimos de Danna y tal vez el sueño no tardaría en llegar. Frotó su mejilla en el pecho ajeno, luego se quedó tranquila.

— Acepto tus disculpas, dragona roja.♡

— Un tonto error que cometí... Gala ¿Me disculpas por eso? Por alejarme de ti...

Brindaba caricias en la espalda de la pelirroja, la estaba mimando ¿Por qué no hacerlo? Ese momento íntimo de ellas era algo que necesitaba.

— Me aleje también porque te Vi ocupada en otras cosas, sin embargo no es una excusa como para haberme distanciado en la forma que lo hice, no quise sentirme sola.

Era sincera, Danna había tomado esa decisión para darle espacio a Gala que estaba tan feliz.

Podía sentir todo el cariño que Danna trasmitía. ¿Siempre había sido así? Tal vez estaba más sensible, vulnerable y desmostrativa por su ruptura amorosa. Pero Gala entendía, tranquila la abraza con esa sonrisa presente al apretar los párpados cerrados.

— Hagamos muchas cosas divertidas a partir de ahora. Haz con tus dones lo que quieras y de paso, podemos pasar tiempo juntas. ¿Quieres? Te distanciaste de mi antes...

Las palabras de Gala atravesaban el pecho de Danna, sus propios pies se acariciaban entre ellos escapando uno en caricia hacia la pierna de la italiana.

La mirada de aquella mujer reptil se fijaba en los de su contraria, su mano se poso en la mejilla de Gala atrayendola al rostro de Danna, estaban tan cerca que pudo sentir la respiración contraria.

Suave, muy suave sonó aquel beso que había brindado en la frente de su ama, solo asiente dejando una caricia con su pulgar en su pómulo.

— Es una libertad que me das a pesar de que tengo grilletes en mis muñecas, es muy dulce esas intenciones pero... Si, lo estás logrando

Se acurrucó con ella cerrando sus ojos, su corazón latía rápido pero sentía calma con ella, era la dueña de aquella piedra, ambas se cuidaban mutuamente.

¿Sería Danna consciente de la ternura y calidez que transmitían sus palabras?
La italiana se sentía conmovida, sonriendo al cerrar los ojos, casi al borde de un llanto.
Estaba sensible, últimamente por todo y todos, pero en ese momento Danna era la única certeza que tenía sobre alguien; la única persona que no podía simplemente alejarse. Mientras tuviera su piedra, estaría con ella.

— Me da gusto que lo digas. Quiero que seas feliz, y sientas que no sólo estas hecha para cumplir los caprichos de otros... ¿Lo estoy logrando?

— ¿Quien quisiera hacerte daño, Gala?

Respondía a lo de su padre y no creía que el que ayudó a traerla a la vida pudiese ser capaz de eso. Sus dedos entre esos cabellos se enredaban para dar caricias, la mayor tenía esa postura protectora con ella en su pecho.

— Será mejor que no me dejes ir nuevamente.

Concentraba su mirada en aquella oscuridad admirando a la menor, quería cuidarla, desde ese día que la conoció en la tina, para Danna Gala había cambiado su vida.

— No me imagino con alguien más que no seas tu

— ¿Qué te hace pensar eso? Danna, incluso mi papá es necesario en mi vida después de todo el daño que me ha causado. Eso es porque lo quiero.

Hablaba tan en calma, que no podía notarse si estaba feliz o angustiada. Prefería conversar descansando en el pecho de la dragona sin alterarse.

— Eres mi amiga, no mi sirvienta. No voy a pedirte deseos...quería dejarte ir, porque eras feliz. Pero supongo que ahora la situación cambió.

—Danna tenía planeado desaparecer, pensó que Quizás no hacia falta en la vida de Gala pero al escucharla esos pensamientos se marcharon. La pelirroja se acomodo colocando su brazo debajo de ella atrayendola y que está se acostara en su pecho—

Pensé cosas tontas Gala, tal vez que no hacía falta en tu vida.

—Apoyo su mejilla en la cabeza ajena relajándose—

Te quiero en mi vida, me siento bien contigo aunque no me pidas tantos deseos ~