La piel se eriza y su oído de inmediato reconoce la voz de aquella que se aproxima sin anunciarse. Y aquella sonrisa llena de soberbia y malicia se esfuma al vislumbrar a quien había llegado.

— Ahora mamá gallina llega a proteger a la descarriada... Tch!

Musitó con desdén y hasta irritación, pues la diversión se había esfumado. Conocía los preceptos de aquel acuerdo, aunque era algo a lo que nunca le había interesado cumplir, mucho menos relacionarse con aquella raza. De hecho, ninguna raza, pues siempre suponían problemas.

Cada vez la situación mejoraba, ¿o empeoraba? Pues la llegada de un tercer Wurm parecía ser ahora más alarmante, aunque sus palabras parecían tener mucho más sentido. Aunque... ¿Combatir a un wurm estando rodeado? Era suicidio.