El agua se mezcla con la sangre que ha dejado la herida de bala alojada en su cráneo, obviamente el arma que traía consigo no fue accionada ya que no tuvo el valor o más bien puso a límite a su hermana melliza y a dicho galeno para que acabarán con el mal que es en si él mismo. Espera por fin la muerte venga por él, para pagar sus crímenes mientras a su lado yace su cómplice Roberto. Ya sin vida y sin el placer de ver finalizada su tarea por considerarlo indigno de tal proeza, esperando Nina sea más dichosa.
Su única visión fue la de aquél médico con un arma, deseoso de que sea él quién tras años de persecución y muerte a su paso por fin acabará con su vida. Llegando a oír por últimos segundos antes de el impacto el sonido de una detonación cómo sucedió antes. Desconectado su cerebro del mundo y de la realidad y de vuelta al sitio abandonado y seco que compartió con Nina. Esperando la muerte únicamente, tiene una satisfacción de que dicho doctor haya disparado para liberarlo en aquella ciudad tan gélida y lluviosa. Producto de aquél plan que llevó a cabo para que dicha ciudad se entregará a la locura ya que el monstruo llamado Johan. En apariencia está muerto.
Pronto, sobre el suelo de piedra se diluyó la sangre con el agua.
Tenma tomó aire con tanta brusquedad que el frío heló su garganta; había soltado el arma y — maldita fuera su obsesión por salvar toda vida —, con pausos de autómata, se arrodilló ante el cuerpo inerte del muchacho.
— ¡Aún tiene pulso! —
Gritó.
¿Alguna vez aprendería de sus errores? ¿O ese sería su cruz eterna?
— Al final, si lograrás matarme Doctor Tenma. Espera que si una bala le impacté otra vez en el cráneo para eliminarlo y dejar de ver a quiénes le rodean cómo una fila de hormigas.
