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— Bajo tierra a miles de metros, es lo único que sé de mi nacimiento.

La ironía en sus palabras acompañaba el encogimiento de hombros, ya solo quedaba un ligero entumecimiento, no había tanto dolor pero si incomodidad.

Su mano, que hasta el momento no había realizado ninguna presión, la ejerció, no para causar una herida pero si para detener el suministro de aire de manera momentánea. No era tan suave o benevolente para solo besarle y olvidar todo. Aunque parecía un ritmo lento, ella se encargo de profundizarlo y justo antes de separarse, le dejó una pequeña mordida en el labio inferior, hecha con toda la intención de provocar una herida abierta. Se relamió los labios y su mano dejó de presionar. Había cumplido con aquello que quería hasta sentirse satisfecha por completo.

— Conmigo las palabras no funcionan, vas a tener que hacer algo más que decir lo siento, bonito.

No alejó su rostro y permitió el contacto. La mano del lado herido replicó sus acciones y (...)