Cada acción efectuada era gratificante al ver esa sonrisa formarse en el rostro femenino. La gélida sensación que adornaba su tez la percibía desaparecer en la forma de un muy leve rubor, tan pronto la mano ajena alcanzaba su mentón, y apenas, en contra de todos sus instintos lograba quedarse quieto, primero observándole de reojo.

Su mirada fue directo a la ajena apenas ella acortó la distancia, ofreciendo el dulce con la lengua para que este fuese atrapado con suma facilidad. Disfrutó aquel apremiante instante, apenas apegándose un poco más debido a ello, y aunque no notó venir esa mordida, apenas la sintió, tan simplemente llevó el cuello para atrás para volverla en una más intensa y provocar una marca más notoria en su propia piel.

— ...De nada.

Susurró, recobrando el aire en los pulmones, incapaz de desviar su mirada con ese par de palmadas.