Estado de estupor en el que se había sumido, acabó al sentir la mano contraria sobre su cabellera. Gruñó ligeramente porque ella no era algo adorable para recibir esa clase de tratos, pero lo asumió como una respuesta recíproca a sus acciones. Himeko hubiera pasado horas solo jugando con las orejas pero al parecer eso no estaba en los planes.— Si pero, déjame... —Las palabras fueron cortadas por el tirón y por una vez lo siguió, o mejor dicho, se dejó secuestrar a un destino incierto. (?)

Sintió un fino cosquilleo en torno a las orejas, lo que lo hizo retorcer su cuello ante esos círculos que ella ejercía con los pulgares, trató de mantenerse controlado, estirando su mano izquierda sobre la cabellera contraria, solo esa embobada mirada contraria lo hizo recobrar la compostura y simplemente dejarle una ligera caricia con las yemas de sus dedos deslizándose en descenso sobre ella. — ...Yo te invito. — Terminó de ejercer aquella caricia con la izquierda y con la mano opuesta busca sujetar el brazo contrario para liderar el paso a través de un sendero cercano. — Vamos.

Por un momento perdió el hilo a las palabras que el hombre estaba diciendo, se había quedado embobada con las orejas de este. Eran como dos pequeñas almohadas, esponjosas. Sus pulgares se movían en pequeños círculos, de forma algo cuidadosa para ser ella. Le gustaban las cosas adorables y eso sin duda lo era.— ¿Alcohol después de matar? ¿Dónde firmo? —Fue lo que alcanzó a decir con las palabras sueltas que logró captar por seguir en ese estado.

— Creo que le hice un favor a mi presa, parecía que esa alimaña que destrocé quería irse de este mundo — Mencionó con una pequeña y afilada risa en su rostro, estaba un poco contento de lo que había hecho, pocas veces un regalo como un vástago llegaba a sus manos para ser destrozado de esa manera, al contacto, una de sus orejas se movió, brincando fuertemente un par de veces. — Ahora que el mundo está mejor con uno menos ¿Quieres celebrar con alcohol? (?)

— Qué pena, pero a las alimañas no se les deja huir, se les aplasta como el desperdicio que son. —Contrario a sus palabras, había extendido las manos con la clara intención de tocar las orejas que le parecía excesivamente afelpadas.— Le hacemos un favor al mundo al eliminarlas. (?)

— ¿Hm? — Observó aquella presencia familiar, con una afilada sonrisa, no estaba retándole, solo se veía un poco más amenazante de esa forma — Hay ciertas sanguijuelas y serpientes asquerosas que huyen con el rabo entre las patas, tú estás por encima de ello. (?)

— ¿Rabia? Si eres adorable, dudo que alguien te tenga miedo así. —Sus manos picaban por acariciarle las orejas. (?)

-Se acercó, silenciosa, escurridiza (?), solo para tocar con ambas manos esas orejitas... y luego hyó- (?)