Kurō no necesitó de observar a su acompañante para saber qué clase de reacción obtuvo ante sus palabras. El sentimiento que se afloraba en ese pequeño toque fue la suficiente evidencia para que sus labios se curvasen con una forma similar a la media luna. Una pequeña sonrisa se mostró, pero el momento fue tan fugaz que podría haberse perdido completamente; quedando en el olvido.

— ¿Qué tipo de aroma te gusta? Este tiene una fragancia a vainilla. —quebró esa silente interacción entre ambos, uniéndose al espectáculo auditivo que generaba una suave contaminación en el entorno. Kurō retomó su posición de estar de pie, entregando el pequeño frasco de cristal para que le diera un vistazo al aceite de caléndula. De esa forma podría retomar su búsqueda para otro producto que pudiese complementar el artículo anterior: situación que lo hizo caminar un poco más al fondo.

las lagrimas y lo único que salió de sus labios fue un silente "Gracias".

—Oh... Tiene sentido claro... —su respuesta fue vaga porque esperaba otro tipo de información, de hecho su imaginación había captado un "No, es para mí" antes de que siquiera pudiese procesar el resto de la oración. Sin embargo en unos segundos le encontró sentido a lo dicho por él y se empezó a sonrojar cual tómate desde el mentón hasta las orejas. Kurou estaba buscando algo para ella... Para cuidarla... No era una cita ni nada por el estilo pero hacía mucho, muchísimo, nadie se detenía a comprarle algo. Por tal emoción no pudo siquiera darse cuenta de que ella jamás le había comentado sobre su ansiedad a nadie, pues mantenía la evidencia oculta bajo sus guantes o se excusaba y se escondía para hacerse un ovillo cuando la crisis era demasiado fuerte.

Orianna extendió su diestra hasta tocarle el hombro a Kurou, acto sencillo merced a la posición en la que se encontraba, y lo presionó suavemente con sus dedos. Quiso pedirle que no le comprara nada, pero estaba conmovida casi hasta

Los ojos de Kurō se entrecerraron con cierta necesidad de desencriptar la idea que yacía detrás de esa simple incógnita. ¿Qué le pasaba? Evidentemente nada, pero la manera en que le observaban las manos y de volvían la mirada al rostro dio un entendimiento más coherente: casi como si aquel hilo de pensamiento fuera suyo.

— No es para mí... Sé que tienes un problema con la ansiedad. —desvió la mirada y la regresó a los productos. Con la mano dominante tomó un frasco de cristal para leer la descripción del artículo. Necesitaba algo que mantuviera fresca y suave la piel; alguna infusión o aceite podría servir. Dejó el frasco y tomó otro que yacía más abajo, por ello se colocó en cuclillas para que fuera más sencillo el manejo del producto.

—¿Te pasó algo, Kurou? —cuestionó, intentando mirarle las manos para comprobar por sí misma si él se había lastimado, tal vez en algún show o guardando su instrumento—. Si te lastimaste la piel conozco unas sales de agua; si sumerges el área afectada la cicatrización es más rápida... Me han dicho. Iré a comprartelas si quieres. Están en otra tienda cerca de aquí—le sonrió amablemente sin dejar de seguirlo. Desconocía si él podría ver la mueca en su rostro, pero tampoco es que le importase mucho el que no fuera así.

Orianna suspiró aliviada y continuó la caminata detrás de Kurou. Cuando entraron a aquella tienda de cosméticos se sintió aún más confundida que antes, ¿qué necesitaba él de ese lugar?, ¿por qué la había hecho acompañarlo? Tal vez, como buen participante de shows, iba a darle uno o dos tips para cuidar su apariencia en su trabajo de modelo y que así este le resultara más fructífero. En su rostro la mueca del desánimo se formó, sabía que se había hecho expectativas demasiado altas, pero aún así dolía caer de lo poco o mucho que logró flotar en esos minutos.

Fue un giro extraño el que sólo guardara cremas de cuidados para la piel. Ella conocía bien algunas de esas marcas, pues las usaba cuando sus dedos sangraban o era demasiado notorio el deterioro después de tanto rascarse.

Al contrario, notó la preocupación femenina y la ayudaría a solventarla con unas pocas palabras.— No se cayó, continuó corriendo hasta los brazos de su madre. Fuiste la única que cayó presa de la circunstancia, sí es que puede llamarse así. —se encogió de hombros y continuó con su camino.

Un par de minutos más caminando y llegaron hasta una gran tienda de cosméticos y cuidados de la piel: algo típico de una reconocida cadena para el cuidado femenino. Sin titubeos, Kurō entró y tomó una cesta de la entrada. La ocuparía para todo lo que compraría.

Entre los pasillos, sorteaba a las personas que se quedaban viendo los productos cosméticos: artículos que no eran los que buscaba. Fue más a fondo de la tienda, encontrando lo que buscaba. En su mayoría, eran cremas para el cuidado de la piel.

Los ojos mantenían la mirada enfrente mientras el oído se encargaba de monitorizar a su despistada acompañante. Kurō Sabía muy bien que, en cualquier descuido, Orianna terminaría perdiéndose por prestar atención a otra cosa. Justo por esa razón es que tenía presente el sonido suave del taconeo que provocaba al caminar. Así mismo, el cinto que vestía la mujer hacia el suficiente ruido para no perderla tan fácil con tanto ruido.

Kurō notó al pequeño corriendo en su dirección, por lo que fue sencillo esquivarlo. Lamentablemente no fue lo mismo para su acompañante y desencadenó un par de reacciones naturales, pero antes de que pudiera decir algo, ella ya se estaba disculpando. No tardó en comprender todo el proceso mental para llegar al pensamiento en que sería regañada, pero no fue así. De antemano, ya esperaba esa clase de resultados y no los tomaba con desagrado.

Su mirada adquirió cierto brillo cuando la curiosidad se apoderó de ella. ¿Sería una tienda la que Kurou querría visitar?, ¿un restaurante? ¡¿Y si la invitaba a comer como en una cita?! El rostro entero se le enrojeció y tuvo que darse unas rápidas palmadas en las mejillas para tranquilizarse y que él no la descubriera sumida nuevamente en ensoñaciones. Además, era imposible... Orianna sabía lo que era para él y que solamente la buscaba cuando necesitaba algo de ella.

—¡Ah! —un chiquillo que pasó corriendo la hizo dar un traspié al tratar de sortearlo y se agarró del brazo de Kurou para no caer, aferrándose a él ante el pequeño susto. Ya se esperaba un regaño, algo como "debes fijarte más en tus alrededores", la idea la hizo soltarlo de inmediato y adelantarse a la última parte de una reprimenda—. Lo siento, seré más consciente —sin embargo, su atención se vio desviada en la búsqueda del niño para cerciorarse de que este estuviera bien.

Orianna se acomodó el mechón rebelde de pelo tras su oreja al tiempo que soltaba una risilla avergonzada. No podía negar lo dicho por Kurou, pues era tan obvia que cualquiera que prestara la suficiente atención vería que lo buscaba con la mirada cada vez que sabía que estaban en el mismo entorno y, pese a que siempre se le veía ser dulce con clientes y compañeros de trabajo, era especialmente dedicada cuando tenía que hacerle llegar el cheque o cuando le ofrecía una bebida refrescante tras bambalinas. Sin embargo, quiso defenderse un tanto al tratar de hacer mención de los reconocimientos que sus jefes le habían dado, pero Kurou se volteó apenas terminó la oración y le impidió continuar la plática.

—Está bien —retomó la caminata, pasando frente a los autos que se habían detenido y más pronto que tarde pudo ver pequeños y grandes negocios que ofrecían sus servicios u objetos en voz alta, vociferando los precios y asegurando la mejor calidad.