parecía que estaba en su segunda casa. — Iré mientras a cambiarme y a calentar un poco, los lockers están por allá. — El pelirrojo caminaría en dirección a una de varias puertas dentro de aquel pequeño estadio al separarse de ella, había uno que otro puesto libre en la primera fila del cuadrilátero, el cual aunque no era nada viejo, estaba un tanto desgastado, cosa más que obvia.

área de combate estaría presente, un no tan amplio arco Chino antiguo yacía entre las semi-abiertas puertas a su entrada, donde se detuvo, mientras le observó de reojo. — Hoy no es una pelea de boxeo a muerte, aunque lo cierto es que dentro de Florida, no es ilegal matar a alguien boxeando por algún accidente — Dijo casi en tono de broma, aunque no fuese una mentira, no perdería, entró al área externa al cuadrilátero donde fue reconocido desde su entrada, y soltando la mano ajena se acercó al portero para musitar algo a este, quien luego asintió tras observar a Melinoe por un segundo. — Vamos ¡Tienes puesto en primera fila! — Ladeó su cabeza hacia el frente indicándole a la menor que lo siguiera, las amplias paredes de aquel edificio bifurcaban en distintos caminos a varios estilos de combate, aunque él obviamente tomaría el del campo de boxeo, donde estaba un Ring con dos combatientes los cuales se encontraban en media pelea. — Bien. — Se detuvo frente a ella sonriente, casi (...)

—Sí, o se hará tarde. — Notó por un par de segundos esa reacción ajena, pasaron entre callejones y pasadizos entre ciertas vencidades, siempre le mantuvo sujeta de una mano para que no perdiera el camino que Zhuáng marcaba, a veces presurosamente, a veces con calma, midiendo el peligro tranquilamente, hasta que llegaron a lo que parecía ser un parque adentro del Barrio Chino con una puerta un tanto secreta. — Gōngjī huì jiào dào límíng — Mencionó luego de tocar la puerta un par de veces, una trampilla se abrió, y luego un alto sujeto de cabello rapado aceptó la entrada de ambos en lo que sería una ciudadela altamente tapizada adentro de un pequeño Mercado Negro bajo tierra, con toda clase de servicios y tiendas clandestinas. — Bienvenida al Mercado Negro de la Triada, creo que está demás decir que actúes con cuidado. — Sería muy fácil distraerse, a pesar de que entre más descendían al subterráneo peor sería lo que encontrarían, casi al final, antes del tráfico de personas, el (...)

—Me acostumbré tanto a usarla que me siento rara sin ella..— termino por agarrar su mano cuando esté fue más rápido, todo para no quedarse atrás. No es tan lenta pero a veces se pierde entre las voces que escucha pero está vez enfoca su concentración en él. —Vamos...— apenas se nota un hilo emotivo en el tono de su voz siempre calma, aunque su mirada demostrará más esa ilusión acompañada de una media sonrisa.

¿Mm? — Le observó con leve intriga cuando ella se tocaba aquel blanco mechón, prestó atención a sus palabras, mas solo negó con la cabeza ante ello mostrándole una sonrisa en el rostro. — No me parece nada raro, tan solo me estaba preguntando cuando ibas a salir de esa manta, Mel-Mel. — Ante la mención de los dumplings se le alumbraba el rostro, miró en dirección a una calle con la clara emoción de un boxeador que se ha acostumbrado a una paliza y luego a comer, aceleró el paso instantáneamente — ¿Sí? ¡Conozco un restaurante de Dim Sum que hace unos muy buenos!

Notó su mirada pero debido a sus malas experiencias se avergonzó y se tocó un mechón blanco bajando la mirada unos momentos. —Se que es raro.. más si digo que es natural, desde siempre me han molestado por mi cabello .. — frunció los labios pero no dió tiempo a qué su mente recordara malas vivencias ya que el pelirrojo la abrazo por encima de los hombros apegando su cuerpo al propio, la sorpresa en su mirada le hizo alzar el rostro. —S-solamente para comer dumplings ... — responde sintiendo fuerte emoción en el pecho algo que rara vez pasaba.

Observó fijamente la cabellera bicolor de Mel-Mel y el perfecto contraste que hacía el blanco de su cabello con la vestimenta y el resto de su cabello, parpadeó un par de veces; ya estaba tan acostumbrado a verle con la manta encima que la apariencia ajena hasta le era un tanto inusual, sonrió de vuelta al notar esa ligera sonrisa, al momento de que estaban afuera simplemente cerró la puerta a sus espaldas. — ¿Alguna vez has ido al barrio Chino? — Musitó intrigado al momento de que la mano ajena se colocaba al borde de su camisa, llevaría el brazo de aquel extremo alrededor del hombro ajeno, para colocar la mano sobre el hombro lejano, así casi daba la impresión de que caminaba junto a ella en un aire un tanto sobreprotector.

Cuando dejó de acariciarla y al momento de recibir la invitación fue por su gabardina para ponérsela, ese era el tipo de ocasiones dónde no podía usar su manta así que dejó su cabello bicolor suelto que cubriera sus facciones. Vestía toda de negro destacando solo por la blanca mitad de su melena. Regreso dónde el pelirrojo y con emoción contenida le sonrió, siendo un gesto muy pequeño casi imperceptible. —Te sigo.. pollo frito — le sujeto del borde de su camisa empezando a caminar junto con el mayor.

Notó aquella expresión en el rostro ajeno, mas ladeó la mirada algo intrigado al escuchar esa respuesta. Dejó de acariciarle para ahora buscar algo entre sus bolsillos. — Creo que le falta algo de proteina a eso pero está bien. — Sacó las llaves del lugar y dando unos pasos a la salida, buscó una mochila deportiva, se la colocó alrededor de un hombro y abriendo la puerta con una mano, la mantuvo abierta para esperar a que le siguiera. — ¿Vamos?

—No es nada..— subió su dedo pulgar notando que ya podía mover el brazo otra vez, movimientos muy simples pero que servían de verdad a la hora de un encuentro. Entrecerró la mirada cuando recibió las caricias del mayor y le sonrió de lado, un gesto que podía ser diminuto para algunos pero es algo grande viniendo de ella. —Claro! Papas fritas y malteada — fue lo primero que se le vino a la mente por la emoción corta pero explosiva que mostró ante la aceptación de que le acompañe. — o.. lo que quieras..—