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Pensaba que, sabiendo que en algún momento nos habríamos de separar, la despedida sería más sencilla.
¿Prometes que me recordarás en tus momentos de calma? Aunque sean pocos. Promételo.
 
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LV1552459 · 31-35, M
finos y delicados rasgos, de nariz pequeña y ojos rasgados. Rozó sus labios con una suavidad casi ajena, casi irreal al tratarse de él, pero lo hizo, pues le dedicó su mejor versión de si mismo en ese momento donde el calor aún le abrazaba. Toda la bravura, todo su coraje y toda su fuerza yacía dormida, sedada por ella.
Ahí, acarició su nuca, tomándola con cuidado para finalmente, unir sus labios a los de ella una vez más, y cuantas veces hiciera falta antes de despedirse, antes de que el destino dividiera sus caminos, y mucho antes de que las inquietudes le golpearan el pecho: La República, César, Niobe... Ellos estaban muy lejos, la única que estaba ahí, era ella: Jun.

 
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