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ZhenJun · F
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Un par de días atrás habían golpeado a uno de los mercaderes Indios, dejándole un brazo completamente inutilizable. Al corroborar que nada le había sido robado, el motivo quedó claro: la situación estaba generando resentimiento y repulsión hacia lo extranjero.

Incluso comenzaba a ser frecuente que, a plena luz del día, varias entradas de los edificios y negocios fueran orinadas.

Eso en el mejor de los casos: en otros, arrojaban jarras incendiarias.

Fortuna actuaba de formas amargas e intempestivas. Pensó en ello, mientras el pequeño empezaba a moverse en su entraña. Y de pronto el temor y la ansiedad se conjugaron:

¿Y si ellos eran los siguientes? ...
ZhenJun · F
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ー En ese caso yo te honraré como un esposo. Cuando vengas a mí no te faltará cuidado, ni cariño, ni calor. Y verás a tu hijo crecer y desear honrarte.

Ahora... Muy a su pesar y mientras intentaba entregarse al sentimiento puro de paz, pudo sentir algo. En el ambiente, o más bien, algo que comenzó a generar inquietud: piezas rezagadas en su memoria, que ahora le producían desazón.

Las últimas semanas habían sido críticas en los gremios de extranjeros: el vocero de la Vía Sacra repetía la misma historia, varias veces al día.

Al parecer, Julio César tenía un estratagema para conciliar la población multicultural de Roma: incluir mercantes ricos y líderes extranjeros en el senado. Aunque aún era una idea en proceso de gestión, la ciudadanía no se la estaba tomando nada bien. Resultado de ello, se habían suscitado ataques a los edificios de la comunidad mercante.

Un par de días atrás habían golpeado a uno de los mercaderes Indios, dejándole un
ZhenJun · F
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Sin embargo verlo sonreír (a él, a Lucio), le produjo un vuelco en el estómago que nada tuvo que ver con su pequeño hijo. Ni siquiera la irregularidad de la situación entre ambos (apenas y podría acariciar el título de "concubina") le demeritó el sentimiento: él estaba verdaderamente comprometido a hacer lo posible por ellos. Lo sentía en la franqueza de sus palabras, en el calor de sus manos, la decisión de su mirada.

Lucio Voreno era, sin duda, un hombre que ostentaba honor en cada ámbito de su vida.

Y alguien así, en tiempos como éstos, era algo imposible de hallar.

Conmovida, apenas alcanzó a negar con la cabeza. Le dolió un poco la garganta y los ojos comenzaron a aguársele; era más que evidente que el sentimiento la superaba, quería llorar. Pero no quería que ésta fuera la primera vez que Lucio la veía en tal estado. No.

Así que sonrió y simplemente lo trajo hacia ella, procurando dulzura en su abrazo.

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ZhenJun · F
Aún a expensas del desconocimiento, sabía y tenía bien presente en su corazón y entraña que aquél momento era digno de gratitud.

Inicialmente, en su aldea no era común que hombre y mujer fueran explícitamente afectuosos. Ni siquiera en la intimidad; el paralelismo era similar: la paternidad se trataba de un acuerdo mutuo de obligaciones, y rara vez se consideraba como un motivo para escanciar dulzura. Ella lo llegó a observar con algunas mujeres de la aldea: pocas eran las que daban a luz en compañía de sus hombres. Muchas las que a veces debían cargar con una cruz doble: la de perder a un niño y, a su vez, lidiar con la deshonra que ésto traía.

Ya que se consideraba que su vida debería dedicarse a ello, así como a la casa y su respectiva administración, así como de los negocios familiares.

Probablemente a expensas de tanto pensamiento, su actitud fue un poco tensa y confusa en un inicio: sólo por ser algo para lo que nunca había estado preparada...

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LV1552459 · 31-35, M
con un hijo en camino, el panorama cambiaba totalmente. Ya no era negociable el negarse a recibir su ayuda económica, no era digno y mucho menos honorifico el dejarla hacerse cargo por si sola, no era algo para lo que estuviera entrenado como buen hombre Romanoー. Me quedaré en Roma, seré un ciudadano más, y veré nacer a mi hijo ーelevó la diestra para acariciarle el rostro, ese delicado, pequeño y frágil a comparación de su palma áspera y dura.



Por otro lado estaba el tema de Niobe, los rumores corrían y la verdad ya insistía con salir a la luz. Pero el destino le tenía preparado más que eso, pues Grecia sería el próximo destino una vez sus planes se fueran al olvido y fracaso.
LV1552459 · 31-35, M
Así, la observó fijamente, ahí, en cuclillas frente a ella, sin nada más que ofrecer que su sinceridadー. Los conflictos entre Cesar y Pompeyo no parecen terminar. Ahora que César ha tomado Roma, no puedo asegurar lo que pasará, es un tirano, así que dejaré mi cargo, no puedo seguir a un hombre así, he cumplido mi deber en Alesia, pero no puedo continuar y ser parte de la desgracia de Roma ーpara Lucio el bien de la república recaía directamente en el ideal catoniano, no en el sueño liberador de César. Pero ésta defensa a su honor le costaría bastante, y era el perder su título de Centuriónー. Tengo esclavos, los venderé a muy buen precio, tengo buenos contactos en Narbo, y no te hará falta nada, tampoco a él, o a ella. ーsabía perfectamente que ella era autosuficiente, que nunca le había aceptado una sola moneda para mantenerse, pero (...)
LV1552459 · 31-35, M
Alzó la mirada, esa azul profunda e intensa, observándola, detallándola y adorándola al tiempo ¿podría definir esa emoción vibrante como "amor"? Pues ella le hacía sentir en casa, de vuelta, en un lugar al cual podría volver cuando la tormenta hubiese pasado y la barbarie le persiguiera de cerca; lo sabía, con su tacto, con esos dulces labios besando su frenteー. Lo estoy ーrespondió sin dar tregua a la duda, no era un hombre que huiría de un hecho sagrado como ese, y mucho menos, uno que maldijera o reprochara el decreto de los Dioses <aunque muchas veces le generó conflicto por su estado actual, por esa otra mujer que ostentaba el título de Esposa con él>ー. Pero esto no impide que me preocupe por ambos ーésta vez ambas manos se sostuvieron de las caderas ajenas, hallando reposo con los antebrazos sobre los muslos de Zhen, sin llegar a cargar todo su peso en estos, claro (...)
LV1552459 · 31-35, M
Pocas veces había sentido algo como lo que sentía en ese momento: Una calma profunda y remanso casi total, pues por mero instinto, su hosquedad menguaba al son de sus caricias sobre ella, sobre ese vientre cada vez más y más grande, y que para su dicha, daba evidencia de la vida que ahí crecía en movimientos bajo sus palmas ¿cuán maravillado podía estar aquel que orquestaba la muerte con esas mismas manos en batalla? No pudo evitar que en sus labios se formara una sonrisa, queda, casi insegura de relucir, pues sus facciones eran duras y recias, ajenas al candor de una emoción tan cálida como la que le daba su renovada paternidad. Y es que, no era el mero hecho de ser padre nuevamente, sino que, con Niobe no disfrutó de momentos como ese, no le dedicó amor y cuidado de cerca, era más como un contrato donde ser padres era implícito, y ni bien sucedió, él partió a las Galias durante años, desterrando con ello toda emoción o amor a su paternidad, una que no pudo vivir a plenitud.
ZhenJun · F
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Cierto, ha crecido. Sus movimientos son más fuertes y fluidos. Tu hijo será inquieto, me temo.

Parecería obra de la sugestión, mas no fue así : al escuchar la voz añorada del padre y percibir su cariño, el pequeño se removió dentro del vientre materno: bajo la ropa pudo notarse el pequeño impulso de una manita, o quizás un pie.

Todo estuvo bajo control en tu ausencia. Y si sucedió algo, no lo recuerdo ya. Tenerte aquí me conforta demasiado. Saberte vivo y con nosotros.

Tanto como su estado se lo permitió, pudo inclinarse un poco hacia Voreno; buscó besarle la frente, escanciar caricias en su rostro u hombros. Hacerlo sentir en el cálido ambiente de un hogar.

¿Estás listo para ser padre nuevamente?...
ZhenJun · F
Aunque ya había mejorado su técnica de disimulo, eso no la salvaba de mirar a Lucio con profundidad ; aún cuando fuera una mirada furtiva o prolongada, sonreía al ir conociendo sus gestos durante acciones cotidianas, bélicas o íntimas. Casi parecía una fanática.

Pero ésta, una de pocas excepciones donde no lo miraba, fue tomada por sorpresa. Mientras se disponía a acompañarlo en la mesa (ella con un simple té y varios rollos de cálculos, cargo que le fue delegado al ser ahora incapaz de desempeñarse como guerrera), no notó la mirada de su adorado romano sino hasta verlo frente a ella. ¿Qué otras acciones podían conmover el corazón y el alma de una mujer (por muy feral que fuera), que ver al padre procurando presencia y cariño al vientre donde su hijo se gesta?

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