--Comprendo. Te ayudaré de alguna manera con el bebe, que ambos esten a salvo ya luego veremos para te reunas con el padre de tu hijo.

El monje mira sorprendido cómo la mujer procede a jalar los cuerpos a uno a uno, de esos sujetos que pretendían atacarle y darle fin a su vida.

--Sin duda, mi maestro budista no toleraría este tipo de acto pero sí... no permitiré que toquen a una mortal valiosa que está luchando por preservar la vida de su retoño. Dejame ayudarte, yo no los he matado así que no roto con mis votos monásticos... Serán arrojado a la fauna salvaje.

El monje sin pensarlo dos veces, decide ayudarla. Levantando una de sus piernas en alto y la baja con fuerza, amputando una pierna a un cuerpo luego hace lo mismo con la otra. Salpicando con sangre un poco, se pone de rodillas con la diestra estirada y rígida cómo un tabla, da un certero corte, amputando los brazos desde la articulación del hombro, repetirá dicha acción en los