ー Él... Él tiene muchas cosas de qué preocuparse ahora, Rey Wukong.

El vértigo le hacía vibrar el pecho: por un instante quedó enmudecida, mirando hacia las rojas cortinas. Si no actuaba pronto, sería muy tarde; muchas cosas estaban en juego: el honor de sus padres, el propio, su seguridad (sólo ella sabe de qué vilezas es capaz Qin, su primo, el hombre con quien había sido comprometida desde que nació), incluso la de su pequeño. Pensar en esto último la hizo reaccionar y comenzar a jalar los cuerpos uno a uno, hasta ponerlos en fila.

ー Probablemente sea más fácil esconderlos si los... Parto en trozos. Los arrojaré a la fauna salvaje a las afueras de la ciudad.

Dicho esto, comenzó a desvestir uno por uno. Luego procedería a cortarlos por segmentos: una acción quizás grotesca, pero necesaria.