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ZhenJun · F
Exclamó, bajo un bufido. Ya se le estaba haciendo costumbre burlarse de sí misma, y en éste caso lo ameritaba el doble porque , mientras pensaba en darle sorpresas a su padre (a quien le había escrito aquella misiva), se pasaba la mano por el vientre.
Para este momento ya uno podía dudar si aquello bajo el peto de su armadura era resultado de demasiada comida extranjera.
En fin; pensando en ello se le fueron los segundos: gente pasaba, una tras otra. Mujeres, niños, hombres, ancianos. Y esclavos, muchos; más de lo que podía contar.
Y de repente, entre todo el ajetreo de aquel mercado romano, la vió: cabello largo, ensortijado, tan negro como las alas de un cuervo. Una belleza singular que, de pensarlo, le producía escozor en el pecho. Era ella,sin duda; la había visto una vez, en compañía de Lucio.
¿Cómo era su nombre? Bah. Mejor no recordarlo.
« ... »
Para este momento ya uno podía dudar si aquello bajo el peto de su armadura era resultado de demasiada comida extranjera.
En fin; pensando en ello se le fueron los segundos: gente pasaba, una tras otra. Mujeres, niños, hombres, ancianos. Y esclavos, muchos; más de lo que podía contar.
Y de repente, entre todo el ajetreo de aquel mercado romano, la vió: cabello largo, ensortijado, tan negro como las alas de un cuervo. Una belleza singular que, de pensarlo, le producía escozor en el pecho. Era ella,sin duda; la había visto una vez, en compañía de Lucio.
¿Cómo era su nombre? Bah. Mejor no recordarlo.
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