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[Prolepsis.]
→ Un mes después de iniciado el viaje a Yuǎn wù.
 
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Wukong · 100+, M
Niña... Una Deidad siempre aparecería ante un mortal noble, fuerte, valeroso y bondadoso... He estado observandote mientras estaba en el Cielo Búdico junto al panteón Budista y queria ayudarte, estar siempre en algún Cielo o en mi reino gobernando pues, me hace sentir inútil, ¿sabes?.

-Aún en cuclillas, lanza la vista mirando a la joven mortal hizó una reverencia muy agradecida por la ayuda que le presto el buda. Luego, orgullosa y fuerte buscó ponerse de pie con la ayuda del árbol. El monje extiende los brazos hacia ella, tomandole de los antebrazos para que se sostenga en él y no en el árbol.-

Hija, afirmate en mí... Te ayudaré a llevar agua a tu gente pero primero tengo que llevarte con tu gente y que al menos descanses aunque sea sentada y te des un respiro al menos porque así cómo antes, no ayudas mucho Ahahaha!.

-Se ríe un poco, el Rey Mono siempre andaba alegre o feliz pero cuando pierde la paciencia suele ser bastante cruel
ZhenJun · F
(...) Pensar que... Toda mi vida esperé por conocer una Deidad. Mirarla con mis propios ojos. Y en el momento que menos espero, una acude en mi auxilio...

-Murmuró, medio inconsciente de lo que decía; de hecho tardó un poco en notar que el dolor del brazo se había ido. Así mismo la sensación de ingravidez; así que atribuyó la mejoría al Rey Mono, de tal forma que terminó agradeciéndole con una profunda reverencia. Luego buscó ponerse en pie, con ayuda del mismo árbol.-

Debo llevar agua a mi gente. Sufrimos una emboscada, hace unas horas. Apenas lo recuerdo. Necesito apresurarme, seguramente he perdido mucho tiempo aquí tirada....
ZhenJun · F
- Volver a la realidad, al aquí y ahora, le supuso poco esfuerzo más que despertar de un sueño profundo. Sólo tuvo que tomar un suspiro e irse sentando en el suelo del bosque, para volver a ubicar lo que hacía antes de desmayarse.- ¿Quién?... -Su vista borrosa le impedía de identificar su compañía; pero el brillo divino que éste manaba, así como ese aroma sutil a incienso y flores propio de los templos la hizo sentir un ligero escalofrío: ¿acaso una divinidad había tenido acudido a su ayuda? Le resultó increíble pensarlo, y aún más creerlo cuando se encontró de frente con Sun Wukong, la mismísima budeidad.- (...)
Wukong · 100+, M
sobre la cabeza, y a lo largo del cuerpo de la dama sin llegar a tocarla, transfiriendole un poco de su energía vital. Esto le restaría un poco de sus miles de años de vida pero no le importaría ya que contaba con bastante... Más de 49.000 años de existencia, quizás. Al terminar, juntas las palmas de su mano para recitar un mantra, pidiendo a Buda que le ayude a proteger a los sobrevivientes de la masacre, a esos nómadas y que le guié en dicha labor. Sabia que era un heroe, una figura digna de todos los chinos y que ellos conocían perfectamente de su existencia. No habría problema de que se asustaran por su apariencia, poder y sabiduría.
Wukong · 100+, M
(...) Desvía su mirar hacia el lugar donde está oculta, una acuclillada joven que ejerce presión sobre la herida de su brazo izquierdo y viendo cómo devuelve el alimento ingerido, luego masca hojas de menta.
Contiene la risa, viendola cómo ocultó su emoción; tomando los cubos dispuestos para cargar agua.
Se sobresalta, viendo a la mujer que se desvanece y cae, mientras su cuerpo choca contra un árbol que le salva de caer cuesta abajo.

El monje corre para socorrer a la guerrera, se acuclilla frente a ella; sus ojos se vuelven dorados, analizando, buscando algún indicio de enfermedad o heridas en algún órgano importante hasta que ve que algo... la causa de que aquella mujer se desmayará, asiente con una gran sonrisa ya que era nada grave. La toma, levantandola levemente para acomodarla bien sobre el suelo, boca arriba. De sus manos, libera energía sanadora; posando su mano izquierda sobre el brazo izquierda de la chica, regenerando completamente la herida; después sus manos pasan(
Wukong · 100+, M
sus nuevos hermanos mientras estuviera en el camino del budismo.

Desde la distancia, analiza todo el panórama a su alrededor. Toma su báculo y con una inmensa fuerza azota el suelo, provocando un fuerte temblor y grita.

-DIOS DE LA TIERRA, VEN AQUÍ!.

-Gran Sabio, no me golpee más.

Imploró, la deidad de la Tierra ante el monje budista. Le temía al igual que las demás deidades chinas ya que el Rey Mono intimida con su sola presencia y voz mandona.-

-Dios de la Tierra, explicame que pasó aquí.

La deidad le relata todo: sobre los nómadas de algún país extranjero que sufrieron una masacre, atacados con el fin de apropiarse del oro, jade, seda y otros tesoros que cargaban consigo. Los guerreros nómadas lucharon contra los saqueadores. El monje asiente ante el relato de la deidad, quién se retira; regresando a la tierra.(...)
Wukong · 100+, M
-Bajo la luz aranjada de un sol naciente, un ser caminando por ese lugar se apróxima lentamente. La luz de la luna se refleja sobre ese ser, un hombre con los rasgos chinos de un mono de pelaje dorado; ataviado con vestimienta de monje budista: llevando con un hanfu (bata china), llevando encima una sotana roja con borbado de oro puesta encima de su hanfu y cubriendo tanto el hombro izquierdo y el brazo del mismo, una corona china dorada adorna su cabeza; sobre sus hombros descansa su báculo ságrado con puntas de oro. Sun Wukong, el Apuesto Rey Mono y el Gran Sabio tan grande cómo el Cielo, la leyenda china sobre un legendario guerrero que desató la guerra en el Cielo de las dioses chinos en su búsqueda de la inmortalidad, adquiriendo los poderes de un Dios luego confinado a 500 años bajo una montaña por Buda, liberado por la Diosa Guan Yin, ordenandolo monje budista para poder perdonar su castigo y protegerá a su segundo maestro junto a sus condiscipulos, sus nuevos hermanos(...)
ZhenJun · F
(...) Posiblemente mientras ella, herida, hambrienta (pero nauseante) y acalorada, cargaba aquellos cubos aún vacíos, él estuviera en compañía de la familia con la que tantos años tardó en reencontrarse. Inicialmente tuvo un dejo de enojo que la hizo gruñir por lo bajo, mientras sorteba algunas rocas de un terreno resbaloso y empinado que conducía al estanque.

Pero después sólo sonrió, negando con la cabeza. No podía sentirse enojada con él; de alguna manera le había tomado cariño. Quizás de amigos.

Quizás.

Pensar en ésto le fue restando energía; o tal vez el pensamiento no era la culpa. Sintió un sudor frío que la hizo dar un traspié. Por fortuna un árbol la sostuvo de caer por todo ese terreno.

Entonces todo se puso oscuro y no supo más de sí.
ZhenJun · F
(...) Sólo necesitaba un momento, un pequeño momento para estabilizar los mareos. Y cuando éste llegó simplemente se puso en pie, cubrió su emisión con tierra y levantó los dos cubos de madera con los que recolectaría agua en el estanque que había visto a una hora de allí.

Ni siquiera el brazo dolía ahora que pensaba en lo jodido de enfrentarse a situaciones imprevistas; angustiada, notaba que la gente de su aldea no estaba habituada a los riesgos emergentes. Se apabullaban como niños pequeños ante un grito del padre.

Mientras pensaba en ésto, en Jian, en la tierra que dejaron una luna atrás (y que tantas comodidades les otorgó), no evitó pensar en aquél hombre a quien había conocido. Intentaba borrar el nombre de su mente, con la ingenua idea de que quizás eso menguaría el recuerdo. ¿Él y los legionarios habrían llegado ya a Roma?

(...)
ZhenJun · F
(...) A pesar que una franela blanca (ligeramente manchada de un rojo vivo) hacía presión en su brazo izquierdo, no era éste el motivo de aflicción.

Desde la pubertad, Zhen había sido una mujer con la resistencia de una bestia; su apariencia frágil y delicada jugaba a su favor a la hora del conflicto. Ya que los contrincantes creían fácil manipularla o golpearla. Pero amarga sorpresa se llevaban cuando ésta, con maña, lograba usar bien fuera el impulso, o el peso, o la velocidad del otro para llevarlo contra el piso y golpear las zonas más vulnerables que pudieran existir en el cuerpo humano.

¿Entonces qué había sido de ésta mujer feral, que ahora yacía acuclillada entre las hierbas? Había perdido ya la cuenta de cuántas veces había devuelto el poco alimento ingerido: bayas, agua, algunos vegetales.

Sospechaba el motivo de su "desmejora"; por ello no había mal gesto en su rostro, ni siquiera ahora que mascaba un par de hojas de menta. (...)

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