- Lo sé. - murmuró de manera casi inaudible aquellas palabras.

La cara propia se había virado con el solo impacto que dio ella y ahora él, hecho un desastre, lloraba en silencio por el trato ajeno. Consolándose únicamente en que era un demonio y de ahí su actuar con el cazador de estos. ¿Lo peor? Que razón no le faltó para decir aquello.

Respiraba de manera entrecortada, seguramente por el llanto y miedo, aunque el aroma que dejó ella no ayudó en lo absoluto al chiquillo. Asustado prefirió callar ante ella, asustado prefirió no moverse y, asustado, prefirió incluso morir en aquel momento en el que por fin, aparentemente, parecía haberse librado de ella.

En su estado yació allí, estado en el que luchaba para no desmayarse y en el que cada intento por mover sus piernas era nulo Recién fue que su cuerpo pareció responderle cuando, con una mano, cubrió su boca y nariz.