Bastante había respirado las toxinas que provenían de aquella mujer como para quedarse a disfrutarlas aún más de lo que ya lo había hecho.
Y, finalmente, desesperado fue que salió corriendo de dicha habitación. Con miedo a volver a encontrarse con aquella mujer a medida que suplicaba el llegar a encontrar una salida de aquel lugar.
- Lo sé. - murmuró de manera casi inaudible aquellas palabras.
La cara propia se había virado con el solo impacto que dio ella y ahora él, hecho un desastre, lloraba en silencio por el trato ajeno. Consolándose únicamente en que era un demonio y de ahí su actuar con el cazador de estos. ¿Lo peor? Que razón no le faltó para decir aquello.
Respiraba de manera entrecortada, seguramente por el llanto y miedo, aunque el aroma que dejó ella no ayudó en lo absoluto al chiquillo. Asustado prefirió callar ante ella, asustado prefirió no moverse y, asustado, prefirió incluso morir en aquel momento en el que por fin, aparentemente, parecía haberse librado de ella.
En su estado yació allí, estado en el que luchaba para no desmayarse y en el que cada intento por mover sus piernas era nulo Recién fue que su cuerpo pareció responderle cuando, con una mano, cubrió su boca y nariz.
[code]De pronto la asaltó una sensación nauseabunda que hizo vacilar sus facciones perfectas. Le soltó de sus garras no sin antes embestirle con un desdoble de su mano impura que cayó de un ramalazo impactando sobre su aniñada mejilla. —Solo eres un fracasado... —Se colocó de pie. Apartó la mirada retorciendo frustrada la sonrisa antes victoriosa. Le dio la espalda y caminó en sentido contrario dejando una preciosa estela con olor a violetas insufladas de potentísimos alucinógenos. Su presencia era sustancialmente un pilar de tóxicos. Sus formas torneadas se mecieron al detenerse intempestivamente para echarle una última mirada despectiva por encima del hombro. —Es ridículo que creas que te salvaste de mí. Haré realidad tu deseo de vivir hoy, renacuajo. Pero, voy a destriparte si vuelves a entrometerte en mi camino. —Su sed de sangre era inaudita y sus palabras lanzas afiladas para matar su escasa autoestima.[/code]
- No quiero morir. - lo único que decía y era capaz de contestar él - No quiero morir, no quiero. - casi como un mantra, incapaz de formular algo más allá de aquello.
Sus ojos ahora fijos en los de ella, ojos que antes estaban aguados, pero por los cuales ahora lloraba. Quiso echar para detrás la cabeza cuando le tocó, cosa que lo único que consiguió fue un golpe de su cabeza contra la pared por culpa propia. Las piernas le temblaban del miedo y respiraba a medias, sorbiendo la nariz de vez en cuando.
- Por favor, perdón. P-perdón, no volveré a venir, pero n-n-no me mates. No, no quiero morir.
[code]Observó con una mueca cansada la reacción poco apremiante del niño cuya presencia le resultaba indeseable dentro de su burdel. Dió un paso paso más y se inclinó sobre este con mirada mucho más oscura y mortal, algunas venitas se contrajeron en su irrefutable bello rostro cuando le tomó de la barbilla y lo giró obligándole a que la mire. Era una loba hambrienta frente a una oveja perdida. —¡Obsérvame cuando te hablo, pedazo de escoria! ¿Dónde están los demás? ¡Si no me contestas ahora, voy a torturarte![/code]
- ¿C-cómo...? - quería, más bien deseaba que la pared le tragase si es que eso era posible. Pegándose cada vez más y más a ella.
Pudo ver como Chuntaro ya no estaba, al menos él ya se había escapado, pero el quedarse completamente solo con la demonio más que agradarle solo consiguió alarmarlo aun más. Casi al borde del colapso le miraba, temblando con obvio miedo por lo que decía y viendo cómo es que acortó la distancia.
- ¡¿Cómo?! - repitió cuando pareció entender del todo qué era lo que decía, sin saber siquiera de donde es que sacó la fuerza para soltar en alto aquello - P-p-por favor, no me m-mates. No quiero morir. - no se cohibió a la hora de suplicar mientras sus ojos se aguaron y tragó saliva, acabando por toser en cuanto el humo le dio directamente.
[code]—¿Como te atreves a interferir en mi territorio? —Inclinó ese extremadamente hermoso rostro encrispándose de crueldad. Sus ambares ojos demoniacos se abrieron como platos ante su insolencia. Fue avanzando hasta él como una amenaza de dimensiones espectrales esculpida en los sensuales contornos de una bruja arpía. De repente, a medio metro de él, una de las comisuras de sus labios se levantaron en una pequeña sonrisa truculenta al tenerlo acorralado. Observó su uniforme de cazador de demonios con euforia súbita. —A mí no me gustan los animales pero jhmjhmjhm...Voy a jugar contigo... —Caló una bocanada del opio del kiseru (pipa japonesa) elegantemente sostenido entre sus finos dedos y lanzó la nube de adictiva polución a la cara asustada del rubio y es que quería verlo explotar en desesperación.[/code]
Cuando Chuntaro pio descontento, alzando el vuelo, y sintió la patada fue que brincó del susto. Sus ojos casi se salieron de sus órbitas y ese sonido, cómo actuaba y se movía le alarmaron más aún.
Huyó, se alejó tan rápido como sus piernas le permitieron hasta que, prácticamente, chocó contra una pared. Ahí sí fue cuando le dio la cara a aquella demonio, al borde del colapso mientras intentaba encontrar una salida.
- No. N-n-n-n-n-n-no me mates. ¡N-n-no me mates, por favor! - lloriqueó.
[code]—El heredero del aliento del trueno infiltrado en mi casa mostrándome irrespetuosamente a su pájaro. (?) —Lo patea. —¡Desvergonzado! ¡Te voy a decapitar![/code]
