—Te odio... Te odio...—. Decía con una sonrisa en el rostro mientras encajaba el cuchillo y le abría la piel. Era el mejor sonido del mundo, pero a él no parecía importarle que ella estuviera a punto de sacarle las tripas con tal de sacar su amado cuchillo. Incluso parecía divertirse tanto como ella; tenía las manos completamente llenas de sangre.

—Infeliz... Dejame destazarte bien. Eres un maldito tramposo—. No podía mover bien el cuchillo, algo que la hizo enojar aún más, estaba segura que Alex se movería y buscaría inmovilizarla.