Ladeó un poco la cabeza al sentir esa caricia, tenía siempre un tacto especial con ella. Pero cuando la besó en la mejilla, se derritió y simplemente sonrió ampliamente.

Su mano acarició la mejilla contraria. —Eres muy suavecita. —y terminó por quitar su mano para poder ir a darle un besito en su mejilla.

—¿Tu crees? Hmm... A ver—. Toma una de sus manos y la lleva hasta su propia mejilla. —¿Soy suavecita?—.

—Estoy seguro que… es que eres suavecita.

—Estoy segura que es el camisón—. Se mira un instante y luego vuelve a mirarlo a él.

—Te ves suavecita.