—El mundo es un lugar extraño. Así que si te creo que tengas una hija de tu misma edad—. Le guiña un ojo y aunque le había dicho que podía abrazarla la sorprendió la manera en que lo hizo así que correspondió al abrazo recargando la cabeza sobre su hombro.

Que le dijera “joven” fue un alago ¿? —Si… una hija que inexplicablemente parece tener la misma edad que yo. ¿? —no lo dudo, de acercó a ella, abrió sus brazos y le dio y fuerte abrazo.

—La decepción [?] Ya tienes hija tan joven—. Finge hacerle pucheros de tristeza aunque estaba aguantandose la risa. —Puedes abrazarme cuando quieras. No me voy a negar a eso—. Le regala una enorme sonrisa.

Suda frío, como el sujeto del meme. ¿? —Es una larga historia. —desvió la mirada de forma casi cómica. —¡Son adorables! No sabría explicarlo pero me dan ganas de abrazarte.

—Que tienes una hija [?]—. ¿Como lo supo? Fue magia, es hechicera también. —¿Mis brazos? ¿Por qué son adorables?—. Ella misma se estaba mirando los brazos, los veía comunes y corrientes.

—A ver, ¿cual es mi secreto? —por su puesto que un maestro de las bromas como el sabría cómo sobrellevar esa situación, la psicología inversa era la solución, no podía mostrarse débil ante ella. ¿¿¿??? —Me gustan tus brazos por cierto, ¡son adorables!

—¿Como lo supiste? Yo también sé tu secreto—. Tal vez habló de más y le dió información valiosa [?].

—Eres Barbie. —pero ese “todos” se le hizo sospechoso así que investigará. ¿?

—¿Cuál de todos mis secretos?—.

—No. Ya se tu secreto.