Suspiro profundo, sentía quedarse sin aliento entre cada beso que ambos ejecutan. Entre cerro los ojos, no necesitaba ver para sentir esa ansiedad creciente entre ambos, acerco ese rostro cerca de su propio cuello mientras él hundía las manos por debajo de la prenda superior tocando su espalda, haciendo trazos con sus dedos.—Aquí y aquí... Y por... — Aquello último no lo menciona cuando agita su rodilla, la clara señal de cual sería la zona marcada en cualquier momento.
La respiración se le entrecortaba con ese delicado pero decidido frote de su rodilla entre sus piernas; incluso se le escapa un jadeo aferrándose a él. —Entonces déjame marcas nuevas... Te lo suplico—. Susurró suplicante sobre sus labios, deshaciéndose de su camisa, pues necesitaba sentir su piel bajo sus dedos.
Suspiro por esa lengua paseándose sobre sus labios, era suave y delicado el movimiento de su rodilla estaba funcionando esa seducción porque su amada no se queda atrás. Frotaba con insistencia su rodilla, asentándose por un momento mientras sus manos se cuelan detrás de su espalda.— Pero necesito volver a dejarlas o se van a borrar. — Se agachó a besar sus labios, mordiendo el inferior respirando agitado.
—Sobre todo si son tus corbatas—. Ríe coqueta, jadeando por lo bajo cuando su rodilla se entromete entre sus piernas y comienza un delicado frote, la está provocando y funciona muy bien pero no se quedaría atrás, acerca su boca a la ajena paseando la lengua por sus labios. —Tengo tus marcas por todo mi cuerpo, Ulises—.
— Bendecido sea con el ser que inventó las corbatas. — Y era un objeto con doble filo, entre elegancia y pasión. Metió su pierna derecha entre las ajenas y froto su rodilla , agarrándose del muslo de aquella se se posiciona por sus caderas. — Nos pertenecemos Scarlett, ya no quiero nada más que a ti.
—Te dejaré hacerlo, sólo a ti te lo permitiría—. Le sigue el juego a esas palabras, suspira en cuanto la lleva hasta la pared haciéndola prisionera. —En esta vida y las que sigan seré tan tuya como tú mío—. Elevó su pierna derecha por su costado frotandola con lentitud, le encantaba provocarlo.
— ¿Y si quiero atarte?. — Bromeaba, era incapaz de hacer algo como eso. Le devuelve la mirada y el gesto tomando su cintura arrinconadola contra la pared. — Aquí y en donde quiera, soy de ti y tu eres mía.
—No dejaría que nadie me tomara por la fuerza... Te pertenezco—. Jadea bajito ante esa lamida y ella lo toma como reto, así que muerde su labio inferior jalandolo con suavidad, lo mira juguetona.
