Era tan fácil dominarla que incluso le causaba cierta ternura. ¿En realidad era retorcida por disfrutar esos encuentros que podrían casi calificarse como violencia? Solo quería sentir. ¿Eso era ser malvada? Estaba tan cerca de ella que podía percibir su aliento contra sus propios labios, la mano que estaba en su cintura descendió hasta la cadera, en una caricia. Era cálida... demasiado cálida. Y pronto se dio cuenta de que eso ya no le molestaba. —Así está mejor.— Susurró en un roce de sus labios contra los de la rubia, antes de apartarse, levantándose de la cama. —Creo que si me apetece ese helado.
De nuevo con esas cosas. ¿No había dicho ya que pararian con eso?. Se quedó congelada al sentir la mano de la menor sobre su mentón, no tuvo escape de su mirada encontrándose al instante con la de ella. Se sonrojó, su respiración se agitó un poco, estar tan cerca de ella nublaba todos sus sentidos, le impedía pensar correctamente y se sentía perdida, a su merced...no lograba entender todos esos sentimientos y resultaba realmente doloroso.
No podía estar más equivocada, más alejada de la realidad de sentimientos que ni siquiera ella podía entender o controlar. Solo quería decirle que no se marchara, pero las palabras no salían de sus labios, por más que estuvieran golpeando en su cabeza. Aunque la dejó reprochar, al final ella misma se recostó en la cama, y rodeó la cintura de la rubia con su brazo, para mantenerla aferrada. Pero no quería seguir escuchando las acusaciones. —Se que solo hay una manera de callarte.— Con la mano libre sujetando el mentón ajeno para obligarla a sostener su mirada.
Apretó sus labios y frunció el ceño, lo que antes era un dolor insoportable ahora hervía su sangre. ¿Cómo podía ser tan cruel?, ¿Cómo es que se divertía tanto siento tan maldita?. Yuzu se movió de un lado a otro, forcejeo buscando liberarse. — ¡Debes disfrutarlo mucho para hacerlo todo el tiempo, pero eso únicamente demuestra lo miserable que eres por tratar a otros así, por jugar de esa manera con los sentimientos de las personas! — gritó levantando un poco su cadera tratando de empujar a la menor.
Por el contrario, a pesar de esa súplica, de que su hermana estaba a punto de llorar, Mei no se detuvo, incluso cerró sus dedos alrededor de su muñeca con un poco más de fuerza, sabiendo que si la soltaba, se iría. Verla de ese modo provocaba que algo dentro de ella se estrujara hasta el punto en el que dolía, aunque su expresión corporal no demostraba nada. Eran sus ojos violeta los que decían todo.
¿Por qué la heria tanto?. En algún momento pensó que estaba siendo demasiado egoísta o incluso estaba imponiendo sus sentimientos en Mei pero aquí la única egoísta resultaba ser ella. Cayó en el colchón e inmediatamente giró su cabeza hacia un lado tratando de evitar cualquier contacto visual con la menor. — Basta...— sollozó, se estaba quebrando ahí bajo ella, nuevamente viéndose vulnerable. — Sueltame...—
Como si no hubiese anticipado esa reacción, pacientemente colocó ambas palmas sobre sus piernas, y alzó la mirada hacia ella. —¿Me vas a culpar ahora de tu mediocre capacidad de concentración?— Soltó un pequeño suspiro, y sin miramientos la tomó de la muñeca antes de que retrocediera completamente, aprovechando su enojo atrayéndola hacia ella con relativa facilidad, hasta que la hizo caer sobre el colchón. —Quizás esos químicos en tu cabello ya están afectando tu cerebro...— Desde arriba la miró, con cierto desdén, sin comprender del todo sus propias acciones, o por qué deseaba tanto torturar de ese modo a su 'hermana' mayor. Solo lo deseaba. Lo deseaba y lo hacía, porque eso le hacía sentir algo.
Se detuvo un momento y apretó la prenda que había sujetado para cambiarse, cerró sus ojos conteniendo las lágrimas pero al final simplemente se dió la media vuelta y se dirigió hacía Mei arrebatando el libro que sujetaba entre sus manos, al final, caía siempre en sus provocaciones. — ¡Es imposible concentrarme contigo cerca de mi! — Soltó sin pensarlo, soltó el libro y retrocedió un poco apretando sus puños. — Eres lo peor Mei...— Quizás debería pedirle a Harumin que le permitiera quedarse en su casa nuevamente, no quería ver a Mei...
Pasó una página, aunque ni siquiera estaba leyendo el texto, su mirada estaba perdida en esas letras que no se esforzaba por descifrar, incluso cuando sintió que ella se levantó del escritorio. Frunció el ceño ligeramente, pensando que seguro saldría y no regresaría en algunos días, como siempre. Y se atrevía a quejarse. —Entonces para ti todos los días son días libres, incluso durante el horario escolar.— Reclamó, sin cambiar en absoluto el tono frío que usaba en su voz. —No es en absoluto agradable ser hermana de una irresponsable.— La provocó, quería que se quedara, aunque fuese para pelear.
Un balde de agua fría caía sobre ella cada que Mei le daba respuestas tan tajantes, tan distante. No la entendía en lo absoluto, no lograba comprender que era lo que quería. Yuzu apoyó ambas manos en el escritorio y se puso de pie dirigiéndose hacía su guardaropa. — No pienso quedarme aquí aburriendome, se supone que los días libres son para divertirse y relajarse. — Quiso aparentar que esto no le afectaba pero a decir verdad me dolía más de lo que debía y no podía contenerlo, era cada vez más difícil disimular lo herida que se sentía.
