Todo mundo se lo decía, no había mentira en sus palabras y el dragón era claro en lo que deseaba despertar en los demás. — No hay nada nuevo en tus palabras. — aburrida murmuró antes de extender su mano hacia el peluche, recogerlo del sueño y dejarlo sobre la cama, muy cerca de la coneja, se había aburrido demasiado rápido de jugar con ella, últimamente nada le satisfacía.
Soltó un gritito ante la mordida, aunque era imposible que se atreviera a atacarla de verdad, seguía siendo una peligrosa alfa. Unió ambas manos a la altura del pecho como si así pudiera protegerse, mientras el juguete caía al suelo. —Eres... eres horrible.— Espetó dolida, con el rostro enrojecido.
Cuando se acercó e intento tomar su preciado peluche, Yuna sonrió mostrando sus colmillos y enseguida tiro una mordida al aire antes de soltarlo causando que cayera al suelo. — Oops...—
Extendió su brazo y su mano hacia el juguete, y en el momento en el que sus dedos lo tocaron, tuvo el presentimiento de que esa criatura estaba jugando con ella. Se veía aterrada cuando intentó, sin éxito, arrancarlo de su agarre.
— ¿Entonces quieres esto, huh? — tomó el pequeño peluche entre sus manos, levantó la vista hacia Violet y sonrió con malicia. — Entonces ven a tomarlo...— extendió el peluche sin perder de vista los movimientos de la albina.
—N-No...— Carraspeó, esa alfa la hacía sentir muy intimidada, pero se enderezó e intentó ocultarlo. —No soy una mucama. Tienes algo que me pertenece.— Señaló el muñeco con su índice, pero al sentir que su mano iba a temblar, la bajó rápidamente.
