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TsukiLune · F
Había recargado su peso contra el asiento para observarla con atención, llevaba sus brazos casi cruzados en un gesto delicado. Su pregunta "¿Qué joven?" le hizo parpadear un par de veces, como respuesta a su asombro, sin embargo, no enfatizó sus gestos.
Sus últimos actos le hicieron curvar sus labios y expresar una suave risa que ocultó con su diestra, le miró sonriente e inclinó su rostro haciendo sonar los pequeños cascabeles en su cabellera.
- No tienes por qué regresarme el dinero, te lo dije ¿Cierto? Tómalo como un regalo de la familia Tsukishima.
Ignoró la pregunta de la joven Giou cambiando el tema de inmediato. Sus gestos se hicieron más cálidos, más suaves; rompió la distancia entre ellas al acercarse un poco a la castaña para observarla fijamente.
- ¿Así que te gusta leer? Por favor, algún día ven de visita a mi casa, tengo una gran colección de libros en ella, sé que te gustará.
De su bolso sacó una pequeña tarjeta blanca en la cual escribió una dirección y un número telefónico, al finalizar, se lo entregó a la bella castaña.
- Oh, ya casi llegamos. La Mansión Crepúsculo siempre me ha encantado, tienen un gusto exquisito en arquitectura, además un gusto muy fino en su decoración interior, y su jardín es precioso.
Había volteado la mirada hacia el cristal, cierto es que aún no se veía la mansión, aun pasaban por el camino boscoso pero necesitaba pensar. Sería inteligente detener el auto y tomar como rehén a la joven, no, no en su terreno, no porque la mansión estaba protegida por un campo de energía, lo había podido sentir en cuanto cruzaron la reja principal, no sin sus sirvientes que pudieran hacerles frente, los guardaespaldas que llevaban eran simples humanos, no le servirían de nada. No, lo más inteligente era esperar a que la Luz de Dios fuese a su casa, podría tomarla como rehén e intercambiarla por el libro que tanto deseaba tener en sus manos. Suspiró profundo y sonrió suave.
Sus últimos actos le hicieron curvar sus labios y expresar una suave risa que ocultó con su diestra, le miró sonriente e inclinó su rostro haciendo sonar los pequeños cascabeles en su cabellera.
- No tienes por qué regresarme el dinero, te lo dije ¿Cierto? Tómalo como un regalo de la familia Tsukishima.
Ignoró la pregunta de la joven Giou cambiando el tema de inmediato. Sus gestos se hicieron más cálidos, más suaves; rompió la distancia entre ellas al acercarse un poco a la castaña para observarla fijamente.
- ¿Así que te gusta leer? Por favor, algún día ven de visita a mi casa, tengo una gran colección de libros en ella, sé que te gustará.
De su bolso sacó una pequeña tarjeta blanca en la cual escribió una dirección y un número telefónico, al finalizar, se lo entregó a la bella castaña.
- Oh, ya casi llegamos. La Mansión Crepúsculo siempre me ha encantado, tienen un gusto exquisito en arquitectura, además un gusto muy fino en su decoración interior, y su jardín es precioso.
Había volteado la mirada hacia el cristal, cierto es que aún no se veía la mansión, aun pasaban por el camino boscoso pero necesitaba pensar. Sería inteligente detener el auto y tomar como rehén a la joven, no, no en su terreno, no porque la mansión estaba protegida por un campo de energía, lo había podido sentir en cuanto cruzaron la reja principal, no sin sus sirvientes que pudieran hacerles frente, los guardaespaldas que llevaban eran simples humanos, no le servirían de nada. No, lo más inteligente era esperar a que la Luz de Dios fuese a su casa, podría tomarla como rehén e intercambiarla por el libro que tanto deseaba tener en sus manos. Suspiró profundo y sonrió suave.