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Minette · 31-35
—La muerte, es un valioso obsequio. No reencarnes más, así no tendrás que sufrir más este maldito ciclo vicioso... Prometo que las cosas cambiaran en nuestras manos, Yuki...—

Apretó su dentadura, tensando su mandíbula eclipsando ahora su apagada mirada violácea, lamentando su perdida. Rodeando su cuerpo con ambos brazos, inmerso en su propio dolor por un par de segundos más. Le apreciaba, más de lo que el mismo lograra admitir. Abrió sus ojos y volvió a contemplar el níveo rostro de la joven, uniendo sus propios labios a los de Yuki, en lo que sería una devota y triste despedida.
Poco después cargó su cuerpo entre sus brazos y desapareció en una espesa niebla oscura, dirigiéndose hasta la orden, para continuar con sus propósitos.
—Aún podemos salvarlos... Solo necesitan una nueva oportunidad... —

-Dejó que el opast le acercara. Podía ver claramente la fría expresión de Luze al hablarle. Una vez más había confiado en que sus palabras tocaran la razón del demonio. Apoyó la mano diestra en el pecho, sobre el palpitante corazón del Opast y sintió un nudo en la garganta, al notar por ese breve toque las intenciones que fueron imposibles de evitar.

El dolor fue repentino. El tibio sabor ferroso de su propia sangre llenó la boca de la castaña que miraba con súplica y dolor a los ojos amatista de Luze-

—L...Lu...—

Los ojos color miel de la joven se apagaron lentamente. Una vez más, no había podido encontrar el modo de terminar con aquella absurda guerra. -
Minette · 31-35
—Justamente para eso estamos aquí. Este mundo es tierra sin ley, no podemos permitir que criaturas irracionales se apropien de él solo para alterarlo, destruirlo. Ordenes directas del invocador.—

Un ápice de remordimiento invadió su semblante, debía cumplir su cometido ahora que tenía una oportunidad invaluable. Se aproximo un par de pasos hasta la castaña, acortando la distancia a pocos centímetros de ambos rostros, nuevamente mostrando la frialdad e indiferencia que le definían. Extendió su brazo siniestro atrayendo su frágil fisionomía hacia el propio, obsequiándole por última vez una sutil muestra de afecto y en un susurro se confesaría.

—Somos el balance universal, mujer...Lo demás... entre tu, el mundo y yo, ahora carece de importancia...— Su espalda fue atravesada sin piedad por una daga plateada a la altura de su corazón, hiriéndola finalmente a muerte en ese efímero encuentro.
—Si de verdad existieran la justicia, viviríamos todos en perfecta paz. Pero, dime, Luze ¿Qué injusticia es la que se supone hemos cometido para ser atormentados de esta manera? Repetir este ciclo infinidad de veces en pos de esa justicia que según tú, es necesaria, pero ¿Aún recuerdas por qué razón esta guerra inició?
Minette · 31-35
—No te atrevas a compararme con ese hombre...Jamás me rebajaria a su nivel, apoyando a los humanos.— Mencionó tajante con un gesto de disgusto en sus facciones, e incluso mirándola de forma fría, sin deseo de indagar en un pasado poco lejano entre ambos. —Soy leal a los míos, y su perspectiva es diferente a la suya. Aquello a lo que llaman maldad no es otra cosa si no justicia misma—.
—¿Naturaleza oscura? —Sus labios formaron una sutil y enternecida sonrisa. Ella había sido testigo de la naturaleza oculta del opast en más de una ocasión y no era precisamente oscura.

—Ser demonio no se limita sólo a ser malo, Luze. Lo sabes—Respondió la castaña manteniendo esa expresión afable en su rostro
Minette · 31-35
¡Hmph! Que así sea. Después de todo ¿por qué debería enderezar mi naturaleza oscura y demoníaca? Al igual que tú, yo seré leal siempre a mis propias convicciones. Las de un Opast, Yuki.
Eso es, Luze, lo que menos intento expresar. Es la pena de saber que aún no enderezas tu camino. Te llevará inevitablemente a tu fin si no cambias.
Minette · 31-35
Nada mejor que un rostro impregnado de angustia... Es simplemente hermoso.

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