Era lo tradicional, entre ambos, existía una traumática vena fluctuante de rivalidad que bien desbocaba en intensos arrebatos.
—Lo veía venir~ ¿Quieres llorar en el regazo de mamá~? Nfu, nfu, nfu~
Iba a utilizar cualquiera de sus cartas para vengarse de su puñalada y su muerte, era sarcástica y venenosa, le tomó de la peliroja nuca y lo inclinó sobre su fragante y deleznable cuello de cisne en donde el almizcle de su sangre segregaba un fuerte perfume tan hechizante y adictivo.
—Adelante, Ayato~ Si quieres ser el número uno que nadie te detenga~ Muérdeme y acaba por drenar el cuerpo de esta niña~