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C1577429 · 26-30, F
Decidió ir hacia el viejo pozo y un pequeño edificio tan abandonado como el resto del templo. Los adoquines estaban tan invadidos por la naturaleza como el camino principal; comenzaban a enverdecerse con el pasto y el musgo que crecía entre ellos anunciando la primavera. Ella, al caminar, evitaba pisar aquellos vestigios de vida.
Se asomó al pozo y estaba tan vacío como el temizuya, y el pequeño edificio detrás de este estaba en tan mal estado que ya no tenía techo, por lo que procedió a rodeó el honden por detrás para seguir con el recorrido y continuó tomando fotografías de todo lo que encontraba, como buena turista. Sin embargo, en todo su recorrido no volvió a encontrar a la mujer afilada. Quizá la ahuyenté, como a todos en esta ciudad, pensó con ligera amargura.
Había pasado ya varías horas desde que había iniciado su travesía, por lo que ya sentía el ímpetu de su estómago por ingerir alimentos.
Se asomó al pozo y estaba tan vacío como el temizuya, y el pequeño edificio detrás de este estaba en tan mal estado que ya no tenía techo, por lo que procedió a rodeó el honden por detrás para seguir con el recorrido y continuó tomando fotografías de todo lo que encontraba, como buena turista. Sin embargo, en todo su recorrido no volvió a encontrar a la mujer afilada. Quizá la ahuyenté, como a todos en esta ciudad, pensó con ligera amargura.
Había pasado ya varías horas desde que había iniciado su travesía, por lo que ya sentía el ímpetu de su estómago por ingerir alimentos.
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