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C1577429 · 26-30, F
Se había incorporado de la reverencia para darse cuenta de que la reacción ajena fue incluso más adusta que antes. Ni siquiera la miró a la cara al decir su nombre. Dejó salir un suspiro casi pesado.
—Hajimemashite, Katai Yui-san...— dijo en un murmullo que quizá el viento frío se había llevado antes de que llegara a los oídos de la hermética mujer. Dejó salir un suspiro pesado y la vio perderse en el firmamento de aquel templo. No era que esperara que se uniera a ella, pero comenzaba a fatigarle la indiferencia de la gente de Ebetsu. Sus brazos cayeron pesados a los costados por unos segundos y sus ojos por fin pudieron apreciar la enorme fachada rojiza de la puerta Torii que se alzaba en la entrada del templo, recorriéndola con avidez y llenándose de los sonidos de la naturaleza. Se giró sobre su propio eje, como para tratar de entender su entorno y observó el panorama.
—Hajimemashite, Katai Yui-san...— dijo en un murmullo que quizá el viento frío se había llevado antes de que llegara a los oídos de la hermética mujer. Dejó salir un suspiro pesado y la vio perderse en el firmamento de aquel templo. No era que esperara que se uniera a ella, pero comenzaba a fatigarle la indiferencia de la gente de Ebetsu. Sus brazos cayeron pesados a los costados por unos segundos y sus ojos por fin pudieron apreciar la enorme fachada rojiza de la puerta Torii que se alzaba en la entrada del templo, recorriéndola con avidez y llenándose de los sonidos de la naturaleza. Se giró sobre su propio eje, como para tratar de entender su entorno y observó el panorama.
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