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YuiK1533361 · 26-30, F
Y es que no podía disfrutar de esa atmósfera cargada de incertidumbre ni del silencio si había alguien parloteando o revoloteando a su alrededor. Para ella estar pisando el templo desolado era una suerte de ritual, un evento muy íntimo donde sus rasgos se suavizaban, donde sus máscaras se resquebrajaban y derrumbaban a medias en la soledad, imitando esos pilares carcomidos por el abandono pero a la vez, donde sus enigmas sugerían poder. Yui en esos momentos se mezclaba con la naturaleza del templo y no era algo que dejase ver a extraños.
No hizo falta decir más. La escueta respuesta hacia la contraria fue suficiente para dar la venia de que ella paseara sola, de dejarla a su suerte en ese lugar, de no mostrar más aridez de la necesaria y, si ella era capaz de encontrar alguna incongruencia o de haber dejado alguna interrogante en el aire, solamente haría falta atender a las respuestas anteriores de Katai, ejercicio que ya la había a forzado a hacer dos veces.
No hizo falta decir más. La escueta respuesta hacia la contraria fue suficiente para dar la venia de que ella paseara sola, de dejarla a su suerte en ese lugar, de no mostrar más aridez de la necesaria y, si ella era capaz de encontrar alguna incongruencia o de haber dejado alguna interrogante en el aire, solamente haría falta atender a las respuestas anteriores de Katai, ejercicio que ya la había a forzado a hacer dos veces.
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