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Es la parte más deliciosa de los snacks de queso. - Suscitó ensimismada. Solamente tendía a comerlos en el jardín de su casa, en plena soledad, porque su fetidez le parecía más horrible y apestosa que la de sus cigarrillos de limón. -
 
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YuiK1533361 · 26-30, F
No esperaba respuestas, ni reprimendas ni halagos, pero entendía que para Seikichi era difícil hablar de su familia por diversos aspectos, muchos de los cuales no conocía; esperaba con lo que le había dicho darle un salvavidas, algo que le ayudase a ser más libre, a sentirse despojado del yugo de su familia, mas no de aquello traído de su legado por lo cual sentía orgullo y que le impulsaba a ser tan correcto y a superarse cada día.

Estaba enamorada, era un hecho, y eso en ese instante parecía estar por sobre esa espina ponzoñosa clavada en su alma.
YuiK1533361 · 26-30, F
Y es que, por primera vez había logrado ese nivel de confianza con alguien en la que podía disfrutar de la quietud, del silencio en compañía de alguien que no le interrumpía ni hostigaba. En su fuero interno, se hallaba en paz con él, y le pareció importante hacérselo saber una vez el coche estaba en camino. — Seikichi. Si él forma parte de tu vida tendré que enseñarle a respetarte... es quizá extraño lo que te diré kedo, sin dejar de ser un Tanizaki, te siento parte de mi familia, y eso es lo que hago por los míos... — Desvió la mirada hacia abajo y al frente por un instante, exhalando el resto de su aire, como un remanso de risa por la propia sorpresa y gracia que le hacía lo que acababa de descubrir. — ... y es algo que acabo de enterarme. Tú eres parte de la familia Katai.

Cerró los ojos y esperó serena a que el viaje transcurriera en paz.
YuiK1533361 · 26-30, F
Ningún tormento justifica el no querer perfeccionarse ni ser el mejor en todos los aspectos de la vida. Caer en comportamientos burdos a vista y paciencia del mundo, es caer bajísimo, aún si se tienen razones de peso para mostrar esa vulgaridad. — Sentenció y dejó unos segundos de vacío antes de despegar sus ojos de los de Seikichi y orientar su cuerpo al entrar al automóvil, acomodándose metódicamente en el asiento del copiloto. Dentro del carro, no lo miraba, en lugar de ello se enfrascaba en cerrar la puerta y en ponerse el cinturón, esperando que el camino a casa fuera silencioso.

Pero el automóvil no partía y cuando se volvió a observarlo con ese halo de curiosidad y demanda, vio de primera mano el rostro del tatuador cuando él agradeció. Despojada de máscaras dentro de la seguridad, de esa brillantez blanca y gélida del exterior reflejado en el cristal límpido de las ventanas, solamente Hirudora fue testigo del boceto suave y franco de la nipona.
Gracias Yui. Por todo. Dijo, eligiendo con cuidado esas palabras, tampoco es que pudiera expresarse mejor cuando hablaba con sinceridad de si mismo, quizás ahí se permitió sentir las mezclas de vergüenza, temor e infinita ternura que sentía en ese momento. Lo reprimió, como le era usual, encendió el motor, y se dispuso a salir del estacionamiento.
era la verdad, y la verdad para el Maestro no solo es <<lo que es verdadero>> sino que es la relación de su mundo de sensaciones y aquello que para sus sentidos, termina exponiéndose como la suma de todas las realidad, siendo esto: Una verdad. Y la verdad que tenía no provenía exactamente de la infamia de Yui, de este monstruo dominante de Ebetsu, hacedora de incomodidades sino de esa afluente energía que solo esa traviesa sonrisa podría encapsular, había sin dudas ese símbolo sádico de crueldad, había sangre manchando los pétalos de esa flor, pero él solo podía leer una súbita gentileza de su parte, tan disimulada que sería una ofensa revelar, pero aún así, pensaba ofenderla.

Sostuvo el momento antes de iniciar la marcha, colocó la llave, miró hacía la calle frente al cristal, pero no encendió el motor aún, sino que finalmente al final se atrevió a conjurar.
forma que él, manteniendo la compostura luego de un día tan difícil, ahí reside su verdadera fortaleza en palabras del Maestro.

Lo sé, toda la familia fracasó con Toyo, no voy a mentirte Yui, pero mi vida fue unas vacaciones en la montaña a comparación de... <<La frustración, el agobio, la autodestrucción, el desapego, el maltrato, el dolor…>>. Cada Tanizaki era un mártir de su propia sangre, nada dijo de ello, se arrepintió. Fue evidente, pero su gesto se mantuvo impoluto de emociones, aunque sus ojos atentos a ella estaban, Seikichi abrió la puerta del carro en la zona del conductor, pero no entró, sino que al unísono apoyó su mano diestra en el filo de la entrada y el techo, con un pie dentro.

Ahí quizás notó algo que en toda la noche se pasó por alto, y en definitiva, no era su imaginación...
<<¿Será está mi imaginación?>> Pensó abstraído, perdido en un mundo donde la palabra tenía peso distinto, donde las sensaciones le hacían trastabillar en la pulsión de su cabeza. El Maestro no se despidió, pues esperaba volver pronto a terminar su cerveza y comer, que al fin y al cabo había tenido un día bastante duro para hasta incluso el más férreo tatuador, aún así auguraba mantener su porte estoico ante el ojo público, respetuoso de los a veces innecesarios protocolos de la elegancia y de la perfección que tanto quería mantener como estandarte. No miró a Yui en todo el trayecto hacía el carro, pues parecía pensativo en afluentes del todo necesarias para continuar una charla que yacía todavía impoluta, todavía quedaban samurais agonizantes en el campo de batalla.

El aire frío exterior pareció por momentos espabilarse, y agradece que así fuese, pues le venía en falta un golpe de realidad. Ahí finalmente se atrevió a elevar sus ojos de tigre hacía ella, le veía quizás de la misma..
YuiK1533361 · 26-30, F
Los cabellos le caían por los lados de las mejillas como una cascada, los ojos aún puestos sobre la silueta de Seikichi y ese dejo apenas perceptible de sonrisa traviesa, ten característico, le dieron vida de cuenta nueva a esa Yuki Onna, tan encantadora como mortífera.
YuiK1533361 · 26-30, F
Ese niño lo que necesita es un par de clases para aprender a comportarse. Él piensa que aprenderá por las buenas, pero si no acata, será por las peores. Ser único y rebelde no significa perder los modales. Ya verás como enrielaré su carácter.

Se detuvo allí, ahora con verdadera calma, esperando la opinión de él. Aunque él decidiera que no era necesario, ella seguiría adelante con su plan. Solamente ahora estaba claro que Katai Yui era un ser imponente que en el pasado había dejado que el rumor sobre sí misma corriera libre por Ebetsu, solamente para que el resto de la población, sea por el motivo que fuere, la respetase. A través del miedo, a través de su valor como científica y por qué no, también como mujer, solía ganarse la deferencia de quien osara a tratarla, y eso le daba cierto nivel de misticismo, aunque en su mayoría era infamia pura.
YuiK1533361 · 26-30, F
Se puso de pie inmediatamente después de Seikichi tras despedirse con una última caricia a Yuichizaemon, y envuelta aún en ese halo formal y altanero, hizo una reverencia breve a Toyokuni antes de partir, sin responder directamente al adolescente: — Matta ne.

Acto seguido acomodó su abrigo en su antebrazo aún con el móvil en su mano derecha y dando una mirada soslayada a Seikichi partió delante de él rumbo al automóvil, rauda y segura, esperando ser seguida por su compañero.

Finalmente, cuando ambos salieron del recinto, fue visible como relajó sus hombros; mostró su temple lleno de agobio y ligero hastío, pero con el vestigio de una sonrisa victoriosa. Claramente estaba planeando algo. Fue hasta la parte exterior del automóvil, posando las yemas de los dedos sobre el filo entre la puerta y el techo del mismo, confesando finalmente al Tanizaki mientras le miraba a los ojos:

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